El amor llega sin avisar. Primero de manera
eufórica, creando ideales y expectativas. Después, tras su vuelta a la
realidad, decide si quedarse contigo o por el contrario, marcharse.
Así es el amor, caprichoso en sus comienzos, confuso durante
su crecimiento pero protector, cálido y seguro cuando se construye desde
la confianza, la comunicación,
el respeto, la autenticidad y el afecto. De hecho, si sus pilares no
son estos, el amor puede deambular entre la dependencia, el maltrato o
el desprecio, como podemos observar en el corto que podéis ver al final
de este artículo.
“Aprendemos a amar no cuando encontramos a la persona perfecta, sino cuando llegamos a ver de manera perfecta a una persona imperfecta.”
El peligroso enamoramiento
Un buen día de repente te descubres a ti mismo enamorado.
Sin saber cómo ni por qué, tus pensamientos han comenzado a girar
alrededor de una persona que poco a poco has ido viendo como especial,
única y diferente.
No solo es su sonrisa, sus gestos o la forma que tiene de mirarte.
Tampoco cómo se expresa o qué habilidades y valores tiene, es todo a la
vez. Lo curioso es que, así como para nosotros tiene ese encanto
especial, para el resto de personas ese alguien a quien admiramos se
encuentra dentro de la “normalidad”.
Pero ¡cuidado! el enamoramiento también tiene su vertiente negativa: el autoengaño.
Cuando nos enamoramos es como si echáramos un largo manto que cubriera las imperfecciones de la persona que nos atrae,
haciéndolas totalmente invisibles para nuestros ojos. De esta manera,
la imagen que vemos del otro es un ideal que con el paso del tiempo
iremos desmontando.
Así, cuando este mágico manto comienza a desaparecer nos
enfrentamos a un verdadero reto: descubrir la realidad de la otra
persona. Momento en el que podemos decidir si seguir compartiendo nuestro andadura con ella o por el contrario, no hacerlo.
La relación es construcción de dos
Una relación se mantiene por el esfuerzo de sus participantes al
igual que el éxito de una pareja de bailarines se refleja en sus
entrenamientos, destinados a que su actuación brille en el
escenario. Por eso, si dejamos a la deriva nuestra relación de pareja probablemente se acabará perdiendo en un océano de desgana, incertidumbre e inercias.
Pero tampoco vale que solo uno de los miembros de la pareja se haga cargo, pues el amor requiero de dos para que dé sus frutos.
Si solo una parte hace su trabajo, al igual que en el baile la armonía
no aparecerá y se notará inevitablemente en la coordinación de sus
participantes. Algo así ocurre con nuestros personajes, el descuido y la
despreocupación por parte de él, generan sentimientos contrariados,
reproches y desilusión.
La relación es el lienzo invisible donde la pareja dibuja sus pasos que definirán un boceto o una pintura enmarcada en un cuadro
Amar o depender
Bajo la fuerza del enamoramiento podemos caer en la dependencia. ¿Cómo?
Nuestro personaje del corto nos lo muestra: entregando su corazón y la
otra persona aceptándolo. Al depender dejamos de ser nosotros mismos,
dejando el papel protagonista a una nueva persona: esa imaginaria que el
otro quiere que seamos.
De esta manera, cuando se decide terminar la relación uno se queda a merced del sufrimiento y del dolor generado por la ruptura. Aparece un vacío que puede dirigirnos hacia la desvalorización propia mantenida por la creencia de que somos indignos de amor.
Este vacío si no lo aceptamos puede construir muros de piedra que
harán imposible futuros encuentros. Por eso es tan importante realizar
el proceso de duelo tras la pérdida de una pareja: para recuperarnos y
renovarnos con los aprendizajes de esa relación.
Depender es olvidarse de uno mismo y entregarse al otro. Amar es respetarse a sí mismo y a los demás para ser dos, sin dejar de ser uno
También puede aparecer alguien que con
paciencia destruya piedra a piedra nuestro muro y que nos enseñe que el
amor pleno se basa en el respeto de la intimidad del otro y en el compartir, como le sucede al final del corto a nuestro personaje. El
apoyo de otra persona ayuda a superar una ruptura, incluso puede
esclarecer tus tinieblas: de ti depende si quieres avanzar y salir de
ellas.
La consolidación del amor
Si finalmente hemos decidido caminar junto a la otra persona, es
importante que mantengamos viva la idea de que el amor no es un
sentimiento pasivo, sino que este se alimenta de nuestros actos. El amor es como un jardín que hay que regar día tras día.
El amor auténtico no se nutre de hacer al otro a nuestra imagen y
semejanza, sino de la aceptación sincera y del conocimiento de la otra
persona. El amor es el brillo que nace de dos corazones que han decidido voluntariamente amarse y entenderse.
Donde cada uno tiene la llave para abrir las cerraduras del otro y
donde, por eso mismo, la complicidad crece; agrandándose de tal manera
que se crea una atmósfera emocional que sirve de aislante por el único
lenguaje que se habla: el de los sentimientos y corazones.
El amor en una relación sana funciona como un sostén donde apoyarse e impulsarse, un lugar donde se crece conjuntamente.
Cada relación humana es un mundo en sí misma que nace del encuentro de otros mundos.
La dirección que tome cada una dependerá de sus líderes y del tipo de
esperanza que alberguen en ella. En este sentido, “The Gift” es un corto
que sirve como metáfora para entender algunos aspectos fundamentales
sobre cómo funciona el amor. Te dejo con el cortometraje que es muy sencillo de entender (Y esperáos a ver el final, después de los títulos):