Reflexión: El Lazo Invisible

24 de noviembre de 2015

 

EL LAZO INVISIBLE

 

Bajo la calurosa luz del sol, una caravana atravesaba las arenas del desierto. Poco antes del atardecer se detuvieron para preparar el campamento donde iban a pernoctar. Un joven al que habían contratado para que se ocupara de los camellos se le acercó al jefe del grupo diciéndole:

- Tengo un problema, son 18 camellos y solo tengo 17 cuerdas para amarrarlos.
- Eso no es ningún problema – le dijo el jefe – los camellos no son muy inteligente. Amarra los primeros 17 y luego te acercas al último y simulas amarrarlo a él también. Como habrá visto que todos sus compañeros fueron amarrados y habrá sentido que te acercaste a hacerle lo mismo, se quedará quieto toda la noche pensando que él también está atado. 

El joven fue a hacer lo que le dijo el jefe sin protestar pero sin creer nada de lo que había escuchado. Al terminar se percató de que el último camello se quedó tranquilo junto a sus compañeros.



Al amanecer el joven vio con alivio que el camello permanecía allí donde lo había dejado. Entonces liberó a los otros 17 camellos ya que pronto debían partir. Cuando la caravana se puso en camino, el joven corrió hacia su jefe diciendo:

- Espere, espere, hay un camello que no nos sigue.
- ¿Es el mismo camello al que simulaste amarrar anoche? – contestó el jefe con una media sonrisa en los labios.
- Sí ¿Cómo lo sabe?
- Seguro que esta mañana se te olvidó soltarlo.
- Pero no tiene amarras.
- Lo sé – contestó pacientemente el jefe –, pero el camello todavía piensa que está amarrado. Corre, simula soltarlo y verás que se pondrá en camino. 


Muchas veces nosotros pasamos por lo mismo que el camello de esta historia. Alguien pudo atarnos con algo que no existe. A veces creemos lo que nos dicen y permitimos que nos dejen quietos, atados a complejos e ideas falsas acerca de nuestra capacidad, de nuestros dones y talentos. Nos quedamos quietos en un lugar inmovilizados por algo que no existe y perdemos oportunidades, dejamos que la vida se pase sin que podamos cumplir nuestro propósito.

¿Tienes sueños? Ve por ellos, ponte de pie y empieza a caminar, sal de la zona donde te has quedado esperando que alguien desate esa cuerda inexistente. Dios preparó cosas buenas para ti desde hace mucho tiempo, pero debes levantarte.

Dios ya te dio la libertad que necesitabas, camina sin temor y no permitas que nadie te quite ese hermoso regalo; cuida de no ser carcelero de nadie, recuerda que con nuestras palabras y acciones podemos atar a las persona, destruirlas e impedir que Dios cumpla el propósito en sus vidas e incluso tú podrías ser presa de tu propia trampa al no reconocer el valor que Dios te dio, no te menosprecies y lucha por alcanzar aquello que Dios te prometió."

 
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