Para comenzar a trabajar sobre nosotros mismos, con la firme intención de despertar conciencia y saber quienes somos, es importante saber que es lo que no somos.
Para desmantelar la imagen que nos hemos creado de nosotros mismos y poder darnos cuenta con que cosas de la vida nos identificamos actualmente.
La insana o incorrecta relación con el mundo exterior hace que nos vinculemos con las cosas de la vida en demasía, apegándonos y creyendo ser eso de lo cual nos identificamos.
si observamos nuestros comportamientos diarios podemos ver como nos identificamos con un oficio, un color, un club, una clase social, una religión o bandera política, un país, un género o grupo musical. Etc.
Esto nos da cierta identidad que en el fondo es obstáculo para conocer nuestra verdadera esencia, ya que la diluimos o mezclamos con otros tintes que nos confunden y no podemos saber claramente quien en verdad somos.
La ”identidad” adquirida a lo largo de la vida nos des identifica de lo verdadero que somos, es obstáculo para saber quien en verdad somos, es un molde que nos condiciona para vivir la verdadera realidad, la cual se mantiene empañada por esos antiguos moldes que nos hemos formado.
Para conocer la verdad, nuestra propia verdad, es necesario empezar de cero.
Si hacemos un análisis minucioso de todo cuanto nos identifica, de todas las pasiones, apegos, identificaciones actuales en nuestra vida, y nos decidimos a ponerle una pausa o un freno, estamos comenzando sin darnos cuenta, a transitar ese camino a nuestra verdad.
Si quieres saber quien eres, debe saber quien no eres.
Al principio será doloroso desprenderse de todas las identificaciones, sugiero sea gradual, esto te llevará a conocer tu propio dios, que mora en lo recóndito de tu corazón.
Hoy no lo oyes porque estás distraído y enfocado hacia afuera, los apegos e identificaciones ocupan el lugar de dios, ya que el incesante parloteo mental, ansiedad y apego a las identificaciones apagan la voz del maestro interno.
Ese antiguo disfraz, molde, armadura, falsa personalidad, debe quedar reducido a cenizas si quieres conocerte plenamente.
Vivenciar la verdad es para pocos pero decididos.
Debes observarte de momento en momento con intención de descubrir que es lo que te sobra.
El sentido de auto-observación se agudiza y profundiza a medida que lo pones en práctica diariamente, esto debe hacerlo un hábito.
Al descubrir la mentira que mora en la mente, que ésta intenta pasarla por verdad, estás descubriendo al zorro que intenta robarte tu verdad a través de engaños.
Analízate, investígate, descúbrete, erradica la mentira, el error, el mal que opaca el dios que a causa del caos no puede expresarse, libera al genio de la lámpara para que obre sobre tu vida haciéndote libre.
La meditación profunda y serena ayuda a apaciguar la mente y abrir canales con lo divino.
Sentado y relajado, observando la pantalla de la mente podrás ver pasar el procesión todas las insinuaciones del ego, caracterizado por los siete pecados capitales, ira, codicia, lujuria, envidia, orgullo, pereza y gula, y sus derivados, cual ramajes generan confusión y resentimiento.
Debes valerte del perdón, ponerse en el lugar del otro, no tomarte nada personal, ya que el que se ofende es el ego, no juzgar, el comprender al otro y que nadie tiene derecho, ni tu a quitarte el estado sereno y agradecido que necesitas tener ante la vida.
Para desmantelar la imagen que nos hemos creado de nosotros mismos y poder darnos cuenta con que cosas de la vida nos identificamos actualmente.
La insana o incorrecta relación con el mundo exterior hace que nos vinculemos con las cosas de la vida en demasía, apegándonos y creyendo ser eso de lo cual nos identificamos.
si observamos nuestros comportamientos diarios podemos ver como nos identificamos con un oficio, un color, un club, una clase social, una religión o bandera política, un país, un género o grupo musical. Etc.
Esto nos da cierta identidad que en el fondo es obstáculo para conocer nuestra verdadera esencia, ya que la diluimos o mezclamos con otros tintes que nos confunden y no podemos saber claramente quien en verdad somos.
La ”identidad” adquirida a lo largo de la vida nos des identifica de lo verdadero que somos, es obstáculo para saber quien en verdad somos, es un molde que nos condiciona para vivir la verdadera realidad, la cual se mantiene empañada por esos antiguos moldes que nos hemos formado.
Para conocer la verdad, nuestra propia verdad, es necesario empezar de cero.
Si hacemos un análisis minucioso de todo cuanto nos identifica, de todas las pasiones, apegos, identificaciones actuales en nuestra vida, y nos decidimos a ponerle una pausa o un freno, estamos comenzando sin darnos cuenta, a transitar ese camino a nuestra verdad.
Si quieres saber quien eres, debe saber quien no eres.
Al principio será doloroso desprenderse de todas las identificaciones, sugiero sea gradual, esto te llevará a conocer tu propio dios, que mora en lo recóndito de tu corazón.
Hoy no lo oyes porque estás distraído y enfocado hacia afuera, los apegos e identificaciones ocupan el lugar de dios, ya que el incesante parloteo mental, ansiedad y apego a las identificaciones apagan la voz del maestro interno.
Ese antiguo disfraz, molde, armadura, falsa personalidad, debe quedar reducido a cenizas si quieres conocerte plenamente.
Vivenciar la verdad es para pocos pero decididos.
Debes observarte de momento en momento con intención de descubrir que es lo que te sobra.
El sentido de auto-observación se agudiza y profundiza a medida que lo pones en práctica diariamente, esto debe hacerlo un hábito.
Al descubrir la mentira que mora en la mente, que ésta intenta pasarla por verdad, estás descubriendo al zorro que intenta robarte tu verdad a través de engaños.
Analízate, investígate, descúbrete, erradica la mentira, el error, el mal que opaca el dios que a causa del caos no puede expresarse, libera al genio de la lámpara para que obre sobre tu vida haciéndote libre.
La meditación profunda y serena ayuda a apaciguar la mente y abrir canales con lo divino.
Sentado y relajado, observando la pantalla de la mente podrás ver pasar el procesión todas las insinuaciones del ego, caracterizado por los siete pecados capitales, ira, codicia, lujuria, envidia, orgullo, pereza y gula, y sus derivados, cual ramajes generan confusión y resentimiento.
Debes valerte del perdón, ponerse en el lugar del otro, no tomarte nada personal, ya que el que se ofende es el ego, no juzgar, el comprender al otro y que nadie tiene derecho, ni tu a quitarte el estado sereno y agradecido que necesitas tener ante la vida.
Germán Cáceres