Una de las cosas más importantes en la vida es que cada uno tiene una serie de lecciones, aprendizajes y experiencias que obtener que no tienen nada en común con el resto de lecciones, experiencias y aprendizajes de ninguna otra persona. El camino de todos y cada uno de nosotros es único, individual e intransferible, nadie puede ponerse en nuestro lugar ni nosotros podemos ponernos en el lugar de los demás. Por eso es tan importante aprender que no tiene sentido compararnos con nadie, nadie en absoluto, pues no tenemos ni idea de cual es su camino evolutivo y porqué está pasando por algo (o no está pasando) y cuales serán sus obstáculos, lecciones o recompensas. El hecho de pensar que ojalá fuéramos como tal, o nos pasara lo que le pasó a tal, es parte del proceso de “madurar” y darnos cuenta de que en realidad, jamás nos podrá pasar lo mismo o llegaremos a ser lo mismo que otra persona, por mucho que lo intentemos.
Ayudar vs Entrometernos
Puesto que nadie puede vivir nuestras
lecciones y experiencias por nosotros, tampoco podemos evitar las
experiencias y lecciones de los demás. Empecinarnos en ayudar a otras
personas porque creemos que es lo mejor para ellos es entrometernos en
su camino, tratar de que no pasen por aquí, no hagan esto o lo otro, no
se equivoquen, no sufran o no disfruten, etc, es intromisión, puesto que
en el momento en que no estemos cerca de esa persona, la vida y su Yo
Superior les pondrán por delante las lecciones y experiencias que
necesita y que nosotros hemos tratado de evitar, y tendrá que pasar por
ellas. Quizás nuestra intención es ayudar, pero en realidad solo
estábamos interviniendo en un camino que no es el nuestro.
Ayudar cuando nos lo piden, de la forma
que nos lo piden y según lo que la persona nos pida es diferente.
Aceptamos echar un cable con nuestras capacidades, conocimientos o
experiencias para proporcionar a esa persona una herramienta,
conocimiento o información que le pueda hacer falta en su camino. Ya se
encargará el Yo Superior de la persona de encontrar la ayuda que su
encarnación necesite en cada momento, lo que no tolerará, es que cuando
no desea esa ayuda, se vea impuesta o ofrecida constantemente para
evitarle algo por lo que desea y necesita pasar.
Todos necesitamos cometer errores, y a
muchos no nos gusta que nos priven de las oportunidades de hacerlo.
Equivocarse es aprender, y caerse mucho da una perspectiva y unas
enseñanzas enormes que luego nos pueden ser necesarias. Si nunca nos han
dejado que nos equivoquemos, que tomemos el camino incorrecto o que
metamos la pata hasta el fondo, sean cuales sean las consecuencias, no
estamos dejando que se forje el conocimiento interno que es necesario
para crecer, que no es otra cosa que obtener experiencias de todo tipo,
buenas y malas. No podemos ir por la vida rescatando de sus lecciones y
experiencias a todos los que tenemos cerca, en realidad, nos es
necesario preocuparnos más por nuestro propio camino y asistir solo
cuando seamos requeridos.
No nos metamos donde no nos mandan, si somos requeridos, ofrécete a ayudar, pero si te dicen que no, ¡no insistas! Es la Ley de la Permisividad, cada uno debe permitirse a si mismo y a los demás recorrer su propio camino de altos y bajos. No estamos en un planeta donde todo el mundo siga la misma ruta, cada uno evoluciona a su ritmo, con sus experiencias, a su manera. Somos alumnos individuales que estudian en la escuela de la vida cada uno a su paso, así que la próxima vez que tengas la tentación de salvar al mundo, ¡pregúntate antes si el mundo quiere ser salvado!
Fuente: David Topi.