El término empoderamiento cobra fuerza en la medida que las personas se
dan cuenta de las decisiones que tienen que tomar para recobrar el
control de sus vidas.
Érase una vez una persona cuyo trabajo era decidir qué marca de
lápices comprar para que toda la empresa usara los mismos y uniformar la
escritura.
Hizo el estudio por días, y llegó a escoger a la marca “azul”. Tenía
todo listo para ordenar la compra, e incluso ya había cerrado el trato
de palabra y un buen descuento con el proveedor, pero entonces su jefe
le pidió revisar los presupuestos de esa y otras marcas y decidió en un
segundo que “azul” no era lo mejor, que en realidad debía comprarle los
lápices a “verde”.
Entonces no le quedó otra a nuestro protagonista que deshacer el
trato que tenía con “azul”, y simplemente olvidar su trabajo de días
para hacerle el pedido a la empresa “verde”. Su jefe, aunque le había
encomendado la tarea de decidir, no le había dado el poder de hacerlo.
Es en las empresas donde nace la palabra “empoderamiento”
(del inglés “Empowerment”), que significa el que efectivamente un jefe
entregará a los miembros de sus equipos la capacidad y el poder de
decisiones respecto a puntos clave de sus tareas.
Hoy el término ha trascendido las fronteras de las compañías y las
organizaciones, y poco a poco se instala como una palabra que todos
podemos usar en nuestras vidas, pero desde un ángulo distinto, porque no
es que tengamos que esperar que alguien más nos entregue el poder de
vivir, sino que lo que debemos hacer es aprender a tomarlo desde nuestro
interior.
En el caso de nuestro crecimiento personal, la palabra “empoderamiento” representa
la capacidad que cada uno de nosotros tiene de tomar las riendas de
nuestras vidas, de sentirnos que somos quienes estamos al volante del
automóvil y no somos simples pasajeros.
El “Empoderamiento” entonces es la antítesis de la víctima, esa persona a la que la vida le sucede: “Me pasó que…”, “me dijeron que no se podía hacer”, o “me rechazaron el proyecto”.
Claro que entiendo que es un ángulo que no es fácil de tomar, porque
todo viene desde muy niños cuando “el profesor me puso un rojo”.
Estar “empoderados” significa ser capaces de decidir
y tomar responsabilidad de nuestras decisiones en la vida, y de todo lo
que suceda debido a esas opciones; todo.
Porque sin responsabilidad no hay real “empoderamiento”.
Si sólo dejamos de ser víctima sin tomar responsabilidad de nuestros
actos a todo nivel, siendo conscientes de las estelas que provocan en el
agua nuestros movimientos, sólo estaremos pasando de ser víctimas a
victimarios.
Entonces el “Empoderamiento” es el saber que tenemos
el poder de cambiar las cosas, accionarlas y decidir sobre nuestras
vidas, pero en consciencia, con respeto y valorando el que todos los
otros pueden y deben hacer lo mismo.
10 claves para empoderar a través del Lenguaje Positivo
El lenguaje que utilizamos es un reflejo de nuestro interior, de nuestros pensamientos y emociones, y nuestros pensamientos crean nuestra realidad. Es por ello, que a partir de cambiar algunos hábitos en nuestra forma de expresarnos, hará que se creen en nuestro cerebro nuevas conexiones neuronales que nos acerquen a los objetivos y realidad deseada.
El lenguaje es una poderosa herramienta para dar espacio a la fuerza, a la actitud, al optimismo, y nos sirve para empoderarnos (hacernos crecer) a nosotros y a los demás, cuando lo empleamos como recurso en la comunicación.
Además, utilizando estas técnicas seducirás a tu público, y tanto el empoderar y el influir son habilidades que debe dominar un buen líder.
Comparto en este post 10 claves que pueden transformar nuestro interior. El vocabulario nos define, el vocabulario transmite, ¡hagamos que sea poderoso!
1
Elogia. Contempla lo positivo en los demás y emítelo, haz visibles y grandes las habilidades y las fortalezas. Empodera y transmite grandeza, contemplando la belleza en uno mismo y en el otro. Abandonemos esta tendencia tóxica que tenemos en fijarnos en lo negativo, a través del lenguaje debemos sumar, no restar. Elogia atributos "que bien se te ve hoy", las habilidades "has hecho un buen trabajo", los logros "sigue así, a por el siguiente", etc.
2
Respeta. Aferrarte a tu realidad y defender siempre tu razón, te cierra a nuevas oportunidades y te aleja del otro. Podrás o no coincidir, pero las otras opiniones son tan respetables como la tuya, acéptalas y valóralas. Utiliza frases como "está muy bien tu idea y que te parece si..." en lugar de un "no estoy de acuerdo". Empatizar con la gente es un recurso que puedes utilizar, ponerte en el lugar del otro y ver su intención positiva existente en cada acto.
3
Enriquece. Utiliza expresiones con palabras ricas y llenas de energía como "solución, reto, suma, crece, aprendizaje, proactividad, posibilidad, aportación..." así como exclamaciones como "genial, excepcional, extraordinario..." y verbos que empoderen "potenciar, crecer, construir...". Enriquece incluso cuando las situaciones no sean las esperadas, sácale peso a los errores y enfócate a la solución y al aprendizaje, "se nos presenta una oportunidad", "ante este desafío".
4
Responsabilízate. Exprésate desde una postura de responsabilidad, en primera persona y formando parte de la solución. A parte de transmitir compromiso emitirás señales que tu formas parte de la solución y estás dispuesto a mejorar, a evolucionar. Evita las quejas hacia los otros, la culpabilidad y el victimismo, las frases como "es que ellos no venden" o "me están agobiando" denotan culpabilidad y queja, cámbialas por "tenemos un desafío, ver como apoyar para vender más" o "ante esta situación yo decido actuar así".
5
Evita la mediocridad. Deja de utilizar palabras perdedoras, términos pobres y faltos de energía como "fracaso, problema, lucha, dificultad, queja, amenaza, destruir...". Cuida también las palabras que crean barrera como las agresivas o de ataque pues lo que conseguirás es estar en desintonía con el otro. Son palabras que empobrecen o empequeñecen tanto a ti como a los demás. No insultes, no critiques, los términos ofensivos sólo crean barreras y malestar.
6
Toma conciencia de tus coletillas. Elimina aquellas que sean negativas. Hay algunas personas que por inercia, por respuesta regalan el "no". ¡Aunque quieran decir si! Y empiezan sus frases con negatividad, reduciendo al otro y transmitiendo que no sabe, está equivocado o no tiene razón. Otras muletillas utilizadas que puedes cambiar son el "pero" por un "si y además" o el "para" por un "y", "haremos este informe para presentar" lo podemos cambiar por "haremos este informe y presentaremos" que ya implica pasar a la acción y nuestro compromiso en realizar la tarea.
7
Haz preguntas en lugar de ordenar. De este modo estarás compartiendo con el otro un espacio de apertura donde son bienvenidos diferentes puntos de vista y el respeto está presente. "¿Qué te parece si...?" en lugar de 'tienes que hacer esto', te dará complicidad y el otro sentirá que forma parte de la decisión, no siendo vista como una imposición por lo que mejorará su grado de receptividad y voluntad para participar.
8
Formula en positivo. Una frase tan común como un "y no te olvides de" incita a la desconfianza y en este caso al olvido. Pues si yo te digo que no pienses en un elefante rojo ¿que es lo que pasas por tu cabeza? Al cerebro le gusta lo prohibido, date cuenta y cámbialas por frases positivas.
9
Prioriza los estados anímicos que quieres sentir. Si estoy todo el dia diciendo que estoy cansada, estaré más cansada, y si ando todo el día diciendo que estoy agobiada, estaré más agobiada.... Así que influye en tu estado de ánimo respondiendo con tu estado ideal, con lo que quieras sentir. Muchas veces cuando nos preguntan acerca de como estamos la respuesta es "mira, vamos tirando, luchando, sobreviviendo, pasando los días", si en lugar de ello respondemos "bien!, a gusto, estupendamente..." estaremos poniendo nuestra mente en este estado.
10
Se curioso. Practica la escucha activa y entregada. Muchas veces el otro habla y nosotros estamos en nuestra mente pensando en lo nuestro. Entre otras, hace que las respuestas sean superficiales y no podamos profundizar en la conversación. Enfócate en el otro y no en ti mismo. Muestra interés por los deseos de la otra persona. Refuerza el mensaje del otro, "como tu bien dices", "se que te gusta", etc.
Y todo ello transmitido con mucha pasión, amor, compromiso, autenticidad, energía, positivismo, inspiración y entusiasmo. ¡Emociona! Se alegre y amable. Nos gusta rodearnos de gente con estos atributos, ello te acercará a las personas y resultarás inspirador, habilidades del buen líder. Y añádele una sonrisa sincera y siempre dirígete a las personas por su nombre, es la melodía más hermosa que a cada uno nos gusta oír.