Artículo: El Arte De Saber Decir Adiós

16 de junio de 2016

Nadie nos ha enseñado nunca cuáles son las leyes del sufrimiento y cómo afrontarlas. Habitualmente, el dolor por la pérdida llega de improviso para desestabilizarnos, para rompernos un poco por dentro. Poco a poco vamos recogiendo cada pieza para reconstruirnos de nuevo, sin saber que ese proceso es, posiblemente, el mayor aprendizaje que hayamos obtenido nunca.

El arte de saber decir adiós

Nadie es inmune a la pérdida, el duelo es algo que todos vamos a sufrir alguna vez: perder a un familiar, romper una relación afectiva o el simple hecho de madurar, supone atravesar diferentes niveles de duelo.
Lo complicado de todas y cada una de estas formas de duelo, es que ninguno de nosotros se lleva demasiado bien con el sufrimiento, no sabemos gestionarlo, nos desborda y en ocasiones, hasta nos destroza. Porque…¿Cómo hacerlo? ¿Existe quizá una fórmula mágica que nos haga inmunes a la separación, al vacío, al hueco insondable de esa mano que ya no nos sujeta?
En absoluto. Según nos explican los expertos cada persona deberá encontrar su propia forma de encarar el duelo. Ahí donde encontrar alivio, entereza y la capacidad para levantarse de nuevo.


La importancia de saberse vulnerable
La madurez emocional es aquella que sabe avanzar por sus propias pérdidas, que ha aprendido del desapego y que a su vez, concibe las dificultades como experiencias de aprendizaje.
Es difícil, lo sabemos. Uno puede leer muchas cosas sobre el duelo, puede atender incluso lo que un terapeuta le indica, lo que sus amigos o familiares le comentan para trasmitirle apoyo. No obstante, cualquier pérdida, sea cual sea el nivel, es un acto que uno mismo debe afronta en soledad y con mecanismos propios.

Nadie va a llorar por nosotros, nadie va a reorganizar sus pensamientos y aliviar nuestro dolor para quitarnos peso. Es una tarea propia que requiere tiempo y que demanda ante todo, comprender que no somos tan fuertes como pensábamos. Que en realidad, somos tan vulnerables como una pluma llevada por el viento.

¿Es esto malo? ¿Es la vulnerabilidad algo negativo? En absoluto, en la propia vulnerabilidad está nuestra verdadera fuerza. Párate un momento a pensar en ello: si te resistes, si te niegas a reconocer que te sientes herido, que tu vida se acaba de romper y que sientes dolor, alzarás ante ti el muro de la negación. ¿Cómo afrontar algo que no reconoces que existe? ¿Por qué negarse a llorar la pérdida? ¿A aceptar que te sientes vulnerable?
Reconocer que somos vulnerables nos capacita para ser flexibles y poder adaptarnos, porque el duelo, al fin y al cabo no es más que una respuesta adaptativa a la que se llega mediante el sufrimiento, mediante el dolor.

El duelo como arte de saber “soltar”
Puede que hablar del duelo como una forma de “arte” te cause cierta inquietud. Quizá sea porque las personas preferimos enfocar nuestra vida solo hacia cosas agradables, reconfortantes y positivas. Y eso es bueno, sin duda, pero el placer de la vida lleva implícito a su vez una cuota de sufrimiento ante la que casi nadie es inmune.

No obstante, hemos de aclarar un importante aspecto. A la hora de hablar de duelo siempre pensamos en las pérdidas físicas. En la muerte. Sin embargo, también están los duelos afectivos o emocionales por ese amor al que hemos de renunciar o que nos abandona, e incluso por qué no, al simple acto de madurar como persona, de asumir nuevos valores, de abandonar determinados esquemas de pensamiento para desarrollar otros…

Un proceso de crecimiento interior donde también superamos duelos personales y de identidad en ocasiones, bastante profundos. Algo sin duda, enriquecedor a la vez que necesario. A pesar de ello, son procesos que siempre implican ciertos miedos, porque todo cambio supone una pérdida implícita, e incluso sensación de soledad o vacío.

Prohibido rendirse resiliencia
Hemos de tomar conciencia de que la vida, no es un sereno paseo donde la felicidad está siempre garantizada. La vida en ocasiones duele, y debemos aceptar la frustración, la pérdida y cada uno de los duelos. Porque todos ellos, son caminos hacia una necesitada sabiduría.

 
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