Vivimos atados a estereotipos que influyen en nosotros de manera negativa, existen patrones y estándares de algo que se va devaluando con el paso del tiempo y muchas veces no prestamos la debida atención a la belleza que realmente trasciende, la que no depende de la lozanía, ni las medidas, ni del color de ojos o de piel.
La verdadera belleza no se aprecia a través de nuestro sentido visual, se aprecia a través de los ojos de nuestro corazón, desde allí captamos en el otro su vibración, su bondad, su energía vital que se alimenta nada más y nada menos que del amor.
“La belleza exterior no es más que el encanto de un instante. La apariencia del cuerpo no siempre es el reflejo del alma". -George Sand
Los años pasan y cuando vivimos identificados con la parte tangible y material, es fácil sentir una belleza venida a menos, a través de arrugas, de cabellos con canas, de flacidez en la piel, de mirada cansada y cuerpo menos erguido. Sin embargo, cuando entendemos nuestros ciclos, veremos estos cambios como la única manera por los momentos conocida de vivir mucho tiempo, como un privilegio, que a muchos se le es negado.
Apreciemos los cambios, vivamos cada una de las etapas con dignidad, sintiéndonos orgullosos de que nuestros cambios físicos acompañan a una evolución personal y espiritual, donde los verdaderos indicadores de belleza no serán los que estén asociados a nuestra parte física, sino los que nos defina como personas, a través de los cuales, lograremos verdaderos impactos sobre quienes nos rodean.
Así como nosotros vemos a nuestro alrededor, de esa manera seremos vistos, si le prestamos demasiada atención a la edad, a los cambios, si nos negamos a aceptar que cada etapa tiene sus fortalezas y asumimos el paso del tiempo como algo necesario, más no como una limitación, nos sentiremos orgullosos de nuestro tránsito, con todo lo que ello implica.
“Quien no lleva la belleza dentro del alma, no la encontrará en ninguna parte". -Noel Clarasó
El alma no tiene edad, es atemporal, pero sí lleva información consigo de cada experiencia, donde los principales objetivos son amar y ser amados. Saquemos provecho de nuestro ciclo vital, tratando de cultivar la belleza del alma, tratando de ser buenos con nosotros mismos y con quienes forman parte de nuestras vidas.
Admiremos la belleza en todas sus formas, pero demos el valor que corresponda a la que disminuye con el paso del tiempo y a la que debería aumentar en el mismo trayecto. De nosotros depende desligarnos de las limitaciones de la mente y sus identificaciones, para abrir paso a lo que trasciende y nos hace realmente grandes.
Fuente: Rincón Del Tibet
La verdadera belleza no se aprecia a través de nuestro sentido visual, se aprecia a través de los ojos de nuestro corazón, desde allí captamos en el otro su vibración, su bondad, su energía vital que se alimenta nada más y nada menos que del amor.
“La belleza exterior no es más que el encanto de un instante. La apariencia del cuerpo no siempre es el reflejo del alma". -George Sand
Los años pasan y cuando vivimos identificados con la parte tangible y material, es fácil sentir una belleza venida a menos, a través de arrugas, de cabellos con canas, de flacidez en la piel, de mirada cansada y cuerpo menos erguido. Sin embargo, cuando entendemos nuestros ciclos, veremos estos cambios como la única manera por los momentos conocida de vivir mucho tiempo, como un privilegio, que a muchos se le es negado.
Apreciemos los cambios, vivamos cada una de las etapas con dignidad, sintiéndonos orgullosos de que nuestros cambios físicos acompañan a una evolución personal y espiritual, donde los verdaderos indicadores de belleza no serán los que estén asociados a nuestra parte física, sino los que nos defina como personas, a través de los cuales, lograremos verdaderos impactos sobre quienes nos rodean.
Así como nosotros vemos a nuestro alrededor, de esa manera seremos vistos, si le prestamos demasiada atención a la edad, a los cambios, si nos negamos a aceptar que cada etapa tiene sus fortalezas y asumimos el paso del tiempo como algo necesario, más no como una limitación, nos sentiremos orgullosos de nuestro tránsito, con todo lo que ello implica.
“Quien no lleva la belleza dentro del alma, no la encontrará en ninguna parte". -Noel Clarasó
El alma no tiene edad, es atemporal, pero sí lleva información consigo de cada experiencia, donde los principales objetivos son amar y ser amados. Saquemos provecho de nuestro ciclo vital, tratando de cultivar la belleza del alma, tratando de ser buenos con nosotros mismos y con quienes forman parte de nuestras vidas.
Admiremos la belleza en todas sus formas, pero demos el valor que corresponda a la que disminuye con el paso del tiempo y a la que debería aumentar en el mismo trayecto. De nosotros depende desligarnos de las limitaciones de la mente y sus identificaciones, para abrir paso a lo que trasciende y nos hace realmente grandes.
Fuente: Rincón Del Tibet