La carrera hacia un nuevo destino comienza por algo tan aparentemente efímero como lo pueda ser un solo pensamiento. Para hacer cambios en nuestra vida, existe una tecnología de la transformación que señala el poder de los pequeños pensamientos semilla hacia el objetivo elegido.
Se trata de tomar conciencia de que tan sólo el hecho de pensar y nombrar qué y cómo quiere uno vivir, y qué y cómo quiere uno ser, aunque parezca pequeño y utópico, supone la gran cimentación del futuro. Todo comienza por aprender a pensarse bien.
Se trata de tomar conciencia de que tan sólo el hecho de pensar y nombrar qué y cómo quiere uno vivir, y qué y cómo quiere uno ser, aunque parezca pequeño y utópico, supone la gran cimentación del futuro. Todo comienza por aprender a pensarse bien.
Sembrando un pensamiento cosecharás una acción.
Sembrando una acción cosecharás un hábito.
Sembrando un hábito cosecharás un carácter.
Sembrando un carácter cosecharás un destino.
Sembrando una acción cosecharás un hábito.
Sembrando un hábito cosecharás un carácter.
Sembrando un carácter cosecharás un destino.
Para sembrar un pensamiento nuevo en el jardín de nuestra propia mente, conviene verbalizar atentamente los decretos correspondientes a los cambios que decidimos. Por ejemplo, cuando pronunciamos, “soy totalmente capaz de lograr lo que me propongo”, “la vida me ofrece constantes oportunidades de sentirme bien”, “de la misma manera que todo veneno tiene su antídoto, todo problema tiene solución”, la mente inconsciente abre caminos neuronales que conformarán nuevas y más amplias creencias.
Tales decretos suponen una conexión neurolinguística que, con perseverancia y repetición, se hace sendero y permite, sin esfuerzo, el fluido natural de la energía hacia el logro del objetivo
Las ideas llevan a la acción. Actuamos como pensamos. Si una persona cree que no puede hacer algo, ni siquiera lo intentará. Sin embargo, si sus creencias han sido observadas y revisadas, comenzará a pensarse capacitada para el logro y no tardará en actuar en la nueva dirección. Los nuevos pensamientos de capacitación, desencadenarán nuevas acciones coherentes con dicha intención.
A medida que la acción se repite una y otra vez, la mente tiende a crear un hábito. Por ejemplo, cuando aprendemos a conducir, ponemos toda la atención en las nuevas “ideas” que, a su vez, generarán acción en todas las palancas y pedales del coche. Y sucede que, conforme se repiten dichos procesos mentales, se conforma un hábito que facilita conductas sin esfuerzo. El hábito de mover palancas en el coche permite atender a las incidencias de la carretera o mantener una interesante conversación. Puede entonces decirse que el programa ha sido instalado.
Y a medida que se asimila un conjunto de nuevos hábitos, no tarda también en brotar un nuevo carácter al hacer las cosas. Si una persona aprende a pensar que cada problema que surge no sólo viene acompañado de soluciones, sino que además le proporciona extraer crecimiento y apertura de nuevos horizontes, se convertirá en una persona estrella.
Las personas estrella se expanden ante los problemas porque los piensan como un juego sembrado de oportunidades. Las personas estrella son capaces de entusiasmarse con su visión de todo proyecto que emprenden. Seres capaces de motivarse hacia el logro de una conciencia integral en la que se halla implícito el propio sentido de la vida.
Se trata de hombres y mujeres con un modelo de pensamiento inclusivo que los invita a creer que la mejor victoria es la que ganan todos. En realidad, todo el nuevo destino fraguado en sus vidas comenzó por la siembra de, tan sólo, un pensamiento.