El Triángulo Dramático de Karpman es un modelo psicológico y social propio del Análisis Transaccional (AT). Las personas, de manera inconsciente, jugamos a juegos psicológicos en nuestras interacciones con los demás, en los que la mayoría de las veces solemos adoptar un rol determinado.
Este modelo es bastante sencillo y puede ayudarte a identificar qué posición sueles adoptar con más frecuencia cuando interactúas con los demás. Primero te explicaré en qué consiste, para que identifiques en qué rol sueles operar más, y en segundo lugar te daré alguna sugerencia para rebajar y suavizar esa conducta.
Los roles en el triángulo dramático:
Salvador: tiende a rescatar el mundo entero, a satisfacer los aprietos de todos antes de los propios y muchas veces suponen las necesidades de quienes los rodean y se adelantan arreglándoles la vida aún y cuando no se lo hayan pedido.
Cuando nos ponemos en este rol (socialmente bien aceptado) encubrimos el merecimiento, si estamos todo el tiempo pendientes de otros no sabemos cuidar de nosotros mismos, ni valorarnos.
Su frase es: “yo soy quien tiene las soluciones y tú me necesitas”
Tirano: suele acusar, ser muy intransigentes y exigente, buscar castigar y reprochar. Hacen foco sobre los puntos débiles de los demás para poder destacarlos. Se afirma ejerciendo su poder o su fuerza a través de: atacar al otro protestando, juzgando, culpando, criticando, humillando, amenazando, interrogando, sermoneando y anulando.
En el fondo, se sienten inseguros, frágiles, intranquilos, son como niños que nunca aprendieron a exteriorizar sus sentimientos o fueron castigados o reprimidos cuando lo intentaron en el pasado.
Su frase es: “yo soy el que lo sabe todo y el otro tiene que hacerme caso”
Víctima: demandan constantemente que lo compadezcan. Viven en la queja y sienten que el mundo es injusto con ellos y que no pueden hacer nada por cambiar. Necesitan que los demás les resuelvan las cosas, porque están desconectados de su poder personal.
La Víctima no tiene confianza en sí misma, tiene miedo de existir por ella misma, de afirmarse, de la carencia, de perder, de fracasar o de ser abandonada. Sus modos de expresión son lloros, incredulidad y rebelión.
Su frase es: “los otros son mejores que yo porque tienen la solución que yo no tengo”
Este triángulo define perfectamente las relaciones de dependencia que se dan en el momento en que dos personas no se sienten de igual a igual.
Estos roles no son estancos, la persona que siempre va de víctima puede ser agresora en un momento determinado y viceversa.
Los roles también son complementarios; si siempre actuó como una víctima buscaré de forma inconsciente a personas que me agredan y si soy un agresor buscaré deliberadamente las víctimas más propicias. Unos roles no existen sin los otros.
Estas tres mascaras son las principales fuerzas a través de la cuales manipulamos y nos manipulan, si logras detectarlas aprenderás a relacionarte desde la inocencia y no desde la astucia. La astucia te hace débil, sin embargo por el contrario la inocencia te hace más fuerte y libre porque está exenta de toda manipulación.
Con inocencia no quiero decir ser un ñoño y dejarse pisotear, inocencia es expresar tu verdad sin entrar en ningún juego de manipulación.
Las estrategias y las artimañas
Las estrategias o artimañas son las diferentes formas de abuso emocional en las que estos tres roles se expresan.
Seguro que algunas te son más conocidas que otras.
Suelen aparecer como un chispazo inconsciente y por lo general en medio de una pelea o conflicto aunque hay personas que las utilizan de forma sistemática.
Estos son algunos ejemplos:
o El querer ser “siempre útil”
o Hacer generalizaciones por un comportamiento concreto
o Juzgar
o Poner etiquetas
o Echar en cara sucesos del pasado
o Reproches
o Acusaciones
o Amenazas
o Sermones
o Ruegos
o Exigencias
o No escuchar y estar pensando con antelación lo que se va a decir
o Extorsiones
o Violencia verbal y física
o Crítica destructiva
o Sarcasmo
o Ironía
o Queja
Saliendo de los juegos de control
El hecho de jugar en cualquiera de estas posiciones, ya sea en una conversación o en la vida, impide la observación de uno mismo y te mantiene en patrones infantiles de miedo, rabia e impotencia y otras emociones que precisamente son las que quieres evitar.
No puedes hacerte totalmente responsable de tu bienestar emocional sino renuncias a estas artimañas.
No engancharse a los juegos requiere que cuando te des cuenta de que estás utilizando alguna de estas artimañas o estrategias, actúes de alguna forma que ponga fin al juego.
Para salir de estos papeles tienes que dejar de controlar al otro o la situación actuando de una manera rígida o exagerada para conseguir que la otra persona reaccione como a ti te gustaría.
No engancharse en el juego requiere no devolver la pelota de ping-pong cuando estamos inmersos en el conflicto, tenemos que dejar que esa pelota pase de largo.
Mantener la objetividad y no salirse del centro hace que uno se sienta integro y de maravilla.
La solución pasa por desarrollar maneras de comunicación más asertiva contigo mismo y con los demás donde puedas hacerte responsable de tus propios sentimientos.
Cuando dejamos de lado estos juegos, se libera una gran cantidad de energía que podemos utilizar para nuestro desarrollo personal o para lo que nos de la gana pero siempre para fines más elevados o al menos más productivos.
¿Te identificas con alguno de estos personajes?
Obvio, ¡todos lo hacemos! Actuamos estos roles con los demás y con nosotros mismos.
Jugamos estos roles como arquetipos, modelos que existen en nuestro inconsciente, en forma de memoria colectiva.
Los arquetipos tienen poder sobre nosotros, hasta que tomamos conciencia de ellos.