Como Ser Agradecido (Por Jeff Foster)

8 de mayo de 2017

Siempre hay que ser agradecido. Incluso cuando las cosas van demasiado mal, incluso cuando nuestros sueños mueren y cuando nuestros planes se vienen abajo; incluso cuando nuestros seres queridos se van y cuando aquellas cosas que creíamos que nunca íbamos a perder se pierden. 

Siempre podemos contactar con un espacio de humildad, de rendición, incluso de gloria. Y sí, no siempre es fácil, y no, este alivio no suele llegar demasiado pronto. Pero cuando el perdón es nuestro camino, y el amor es nuestra razón para estar vivos, y el despertar está haciendo arder nuestro corazón, entonces, la gratitud jamás se encontrará lejos.

Gratitud… Por la conexión con nuestros seres queridos en este momento presente. Por el aire en nuestros pulmones. Por cada bendito aliento. Por las ropas que cubren nuestro cuerpo, aunque estén hechas jirones. Por los dientes en nuestras bocas, aunque estén podridos. Por el pelo en nuestra cabeza, aunque sea demasiado frágil. Por el líquido que bebemos, por el alimento que comemos, por esta buena tierra que tanto nos regala. Por el gesto amable de un extraño, por la brutal sinceridad de un amigo, por los inesperados y no reclamados regalos que nos ofrece cada uno de nuestros días.

Una parte de nuestro cuerpo comienza a fallar, y entonces apreciamos el servicio que nos prestó por tanto tiempo sin quejarse. Nos roban el auto y sentimos gratitud y amor por todo el tiempo en el que tuvimos la oportunidad de relacionarnos con él. Nos sumergimos en la dulce impermanencia de las cosas. Un ser querido se va, o muere, y apreciamos todos esos momentos que pasamos juntos, jamás sabiendo lo que el futuro nos depararía.

El encuentro con un cliente enojado nos muestra nuestra fuerza interior y nuestra capacidad de ser compasivos, y nos recuerda lo lastimado que puede sentirse alguien y la gran necesidad que tiene de nuestra amabilidad. Pagamos nuestros impuestos a regañadientes, de mala gana, y de repente un día, agradecemos la calidad de vida que a menudo damos por sentada, y rompemos a cantar. Los cielos estallan y una lluvia torrencial ‘arruina’ nuestro día, y de la nada, surge una torrencial gratitud por el agua que permite que la vida florezca.

Nos despiden del trabajo, lloramos, nos lamentamos, gritamos, y luego, una mañana, todo encaja perfectamente: somos libres, libres para buscar aquello que siempre habíamos querido, aquello que requiere de nuestra valentía, y por lo que vale la pena que nos arriesguemos, aquello que nos hace sentir realmente vivos.

Amamos y soltamos. Lamentamos y celebramos lo transitorio. Encontramos nuestro verdadero hogar en la inseguridad. Nos enamoramos, no del destino, sino del suelo en donde damos cada uno de nuestros pasos.

Encontremos hoy un espacio para la gratitud. Apreciemos algo, sin razón alguna, no importa que se trate de algo insignificante, o de una tontería. Y reconozcamos que no hay nada insignificante ni tonto cuando se ve a través de los ojos de Dios. Cuando somos mágicos, todo se torna mágico.

Jeff Foster.
 
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