¿Dónde reside la enfermedad, la separación, las dependencias, en definitiva las cadenas que nos impiden avanzar? Sólo en la nube densa, hay que salir de la densidad para poder sanar, para poder SER, para poder disfrutar del ESTAR…
Todas las acciones que te hagan salir de la densidad te llevan hacia tu elevación.
Cuando pienses si has sido justo en una actuación y sientas que no tienes elementos para calibrarlo, piensa, “¿mi actuación me saca de la densidad o me sumerge en ella?
A veces hay que salir de una relación para salir de la densidad. Te sientes culpable porque parece que haces daño al otro, pero la realidad de lo que ocurre es que al salirte tú de la densidad creada en tu relación con él, dejas al otro sólo con ella, con esa densidad.
No es el daño que tu le haces, es, sencillamente, que ya no le ocultas su relación densa consigo mismo (con el mundo).
Ya no permites ser usado como vía de escape para lo que el otro tiene en su propia vida.
El daño lo haces únicamente cuando “densificas” con otro en una relación en común con él.
Liberarse es sólo tomar consciencia de que ya eres libre desde hace mucho, y eso es lo que te resta vivir, pero antes debes encararte a tus miedos.
Luego, podrás ayudar a otras personas, pero eso sólo ocurrirá una vez que ya lo puedas hacer desde el desapego de tu propia densidad.
Sólo lo harás cuando seas capaz de mirar desde el otro lado de la nube y ver la nube entera. Ahora entras a formar parte de ella y desde dentro también resultas afectado, por eso no sólo no puedes ayudar, sino que también caes tú.
Desapégate, sigue haciéndolo y no sientas culpa del lugar en el que está cada cual. Sólo ellos pueden salir. Tú no les puedes sacar. Tú sólo puedes salir. Esa, además, es tu misión, para tu beneficio y, aunque ni tú ni ellos lo veáis ahora, también para el suyo.
Desapégate. Atraviesa la nube en la que eres Fulanito de Tal, y mírala. Mírala sin estar en ella. Si lo haces así conocerás quién eres, porque esa nube no es sólo los demás. Conocerás tu existencia entera y la razón de ser de
los demás en tu vida. Sabrás cuál es tu misión, totalmente voluntaria y sabrás también de otras vidas que te pertenecen.
Saca de aquí todo lo que puedas e identifícate con aquello liberado para mirar de frente lo que no lo está.
Y luego, cuando hayas comprendido, vuelve. Fija de nuevo tu atención en la nube, entra en aquello que aún vive dentro y desarrolla lo que ya sabes que tienes que hacer para liberar esas partes sumergidas en el subconsciente y elevarlas, integrándolas con lo ya liberado.
El enfado te lleva a la densidad que tiene en sí mismo el propio enfado, además de que te vincula con la nube de la persona con la que te has enfadado. Es su nube que se ha colado en ti y te produce reacción.
Igual ocurre con el odio, el juicio, la envidia, etc.
Tienes que saber que no necesitas nada de otro. Todo lo que necesitas es de la fuente, y es justo aquello que te pertenece por definición, y es aquello que te llegará si estás en tu sitio, porque es en ese lugar justo donde cae, donde “llueve” lo que es tuyo.
Pero, ¿y si te has ido de tu sitio y has dejado que te lo usurpe otro? Entonces le llegará a él y se lo querrás quitar.
Creerás que en justicia es tuyo, pero de esa manera no te pertenece, sólo te pertenece si te cae a ti directamente del Universo.
Luego, quédate en tu sitio y no desearás nada de nadie y nadie te quitará lo tuyo, puesto que estará protegido por el “vehículo de descenso”, por la carretera que te une con el lugar elevado desde donde “llueve” lo que te pertenece.
No dejes que te tambaleen los ataques y tonterías de los demás, si no te quedarás ahí, en su ataque, en su tontería. Les pertenecerás en la medida en que te afecte.
La enfermedad existe sólo dentro de la densidad de la nube. Si sacamos de la densidad la mente que se corresponde con un órgano enfermo, éste,automáticamente, sana. Enferma sólo porque está en la nube. Y al estarlo tiene que definirse, y definirse siempre es a favor de algo, pero también en contra de algo.
Para sanar el cuerpo hay que reconocer qué parte de tu mente representa las células dañadas, ver qué actuación tienen éstas dentro de la nube y entonces descender todo el espíritu sanado hacia ellas y fusionarse hasta equilibrarlo con la vibración de la mente equilibrada (como se repara una mayonesa cortada).
Una vez se haya integrado todo lo dañado en la porción de mente liberada, se sanará lo enfermo porque emergerá del lugar donde la enfermedad existe.
Eso es amor a uno mismo, por uno mismo y, por ende, con respecto a todo lo relacionado con uno mismo.
Nadie se puede sanar dentro de la nube. Porque en ella, todo movimiento es lateral. Para sanar tiene que haber un movimiento vertical ascendente, puesto que la enfermedad es un movimiento vertical descendente.
La salud total no existe dentro de la nube, puesto que esta es un lugar de dependencias y dualidad. Es decir, de falta de Unidad y Libertad.
Los amores terrenales también pueden conducir a la enfermedad puesto que representan dualidad ya que si amas a “esta” persona, lo haces en detrimento de “la otra”.
Así es el amor en la nube porque es el único modo de amar aunque quisiéramos amar a todos. Si el amor es terrenal, personal, y no universal, está enfermo.
Ve la vida desde donde la ve la divinidad. Tal vez no sea fácil, pero puedes.
Para ello es imprescindible:
– Silencio
– No juicio
– Atención
Porque sin el silencio personal sólo vemos la vida relativa, la que tenemos dentro, no la universal, de la que la nuestra es sólo una parte.
No juicio porque el juicio nos quita realidad. Hacemos que la realidad dependa de una opinión, de unos intereses. Cuando el juicio existe, todo lo demás lo hace a través de él.
Entonces, pongamos atención. Habiendo eliminado el juicio y el ruido, ya no somos nosotros atentos, no nosotros, el que lleva nuestro nombre y se gana la vida de tal manera, etc. Nos convertimos en Atención Pura. Esa es la visión divina.
Todas las acciones que te hagan salir de la densidad te llevan hacia tu elevación.
Cuando pienses si has sido justo en una actuación y sientas que no tienes elementos para calibrarlo, piensa, “¿mi actuación me saca de la densidad o me sumerge en ella?
A veces hay que salir de una relación para salir de la densidad. Te sientes culpable porque parece que haces daño al otro, pero la realidad de lo que ocurre es que al salirte tú de la densidad creada en tu relación con él, dejas al otro sólo con ella, con esa densidad.
No es el daño que tu le haces, es, sencillamente, que ya no le ocultas su relación densa consigo mismo (con el mundo).
Ya no permites ser usado como vía de escape para lo que el otro tiene en su propia vida.
El daño lo haces únicamente cuando “densificas” con otro en una relación en común con él.
Liberarse es sólo tomar consciencia de que ya eres libre desde hace mucho, y eso es lo que te resta vivir, pero antes debes encararte a tus miedos.
Luego, podrás ayudar a otras personas, pero eso sólo ocurrirá una vez que ya lo puedas hacer desde el desapego de tu propia densidad.
Sólo lo harás cuando seas capaz de mirar desde el otro lado de la nube y ver la nube entera. Ahora entras a formar parte de ella y desde dentro también resultas afectado, por eso no sólo no puedes ayudar, sino que también caes tú.
Desapégate, sigue haciéndolo y no sientas culpa del lugar en el que está cada cual. Sólo ellos pueden salir. Tú no les puedes sacar. Tú sólo puedes salir. Esa, además, es tu misión, para tu beneficio y, aunque ni tú ni ellos lo veáis ahora, también para el suyo.
Desapégate. Atraviesa la nube en la que eres Fulanito de Tal, y mírala. Mírala sin estar en ella. Si lo haces así conocerás quién eres, porque esa nube no es sólo los demás. Conocerás tu existencia entera y la razón de ser de
los demás en tu vida. Sabrás cuál es tu misión, totalmente voluntaria y sabrás también de otras vidas que te pertenecen.
Saca de aquí todo lo que puedas e identifícate con aquello liberado para mirar de frente lo que no lo está.
Y luego, cuando hayas comprendido, vuelve. Fija de nuevo tu atención en la nube, entra en aquello que aún vive dentro y desarrolla lo que ya sabes que tienes que hacer para liberar esas partes sumergidas en el subconsciente y elevarlas, integrándolas con lo ya liberado.
El enfado te lleva a la densidad que tiene en sí mismo el propio enfado, además de que te vincula con la nube de la persona con la que te has enfadado. Es su nube que se ha colado en ti y te produce reacción.
Igual ocurre con el odio, el juicio, la envidia, etc.
Tienes que saber que no necesitas nada de otro. Todo lo que necesitas es de la fuente, y es justo aquello que te pertenece por definición, y es aquello que te llegará si estás en tu sitio, porque es en ese lugar justo donde cae, donde “llueve” lo que es tuyo.
Pero, ¿y si te has ido de tu sitio y has dejado que te lo usurpe otro? Entonces le llegará a él y se lo querrás quitar.
Creerás que en justicia es tuyo, pero de esa manera no te pertenece, sólo te pertenece si te cae a ti directamente del Universo.
Luego, quédate en tu sitio y no desearás nada de nadie y nadie te quitará lo tuyo, puesto que estará protegido por el “vehículo de descenso”, por la carretera que te une con el lugar elevado desde donde “llueve” lo que te pertenece.
No dejes que te tambaleen los ataques y tonterías de los demás, si no te quedarás ahí, en su ataque, en su tontería. Les pertenecerás en la medida en que te afecte.
La enfermedad existe sólo dentro de la densidad de la nube. Si sacamos de la densidad la mente que se corresponde con un órgano enfermo, éste,automáticamente, sana. Enferma sólo porque está en la nube. Y al estarlo tiene que definirse, y definirse siempre es a favor de algo, pero también en contra de algo.
Para sanar el cuerpo hay que reconocer qué parte de tu mente representa las células dañadas, ver qué actuación tienen éstas dentro de la nube y entonces descender todo el espíritu sanado hacia ellas y fusionarse hasta equilibrarlo con la vibración de la mente equilibrada (como se repara una mayonesa cortada).
Una vez se haya integrado todo lo dañado en la porción de mente liberada, se sanará lo enfermo porque emergerá del lugar donde la enfermedad existe.
Eso es amor a uno mismo, por uno mismo y, por ende, con respecto a todo lo relacionado con uno mismo.
Nadie se puede sanar dentro de la nube. Porque en ella, todo movimiento es lateral. Para sanar tiene que haber un movimiento vertical ascendente, puesto que la enfermedad es un movimiento vertical descendente.
La salud total no existe dentro de la nube, puesto que esta es un lugar de dependencias y dualidad. Es decir, de falta de Unidad y Libertad.
Los amores terrenales también pueden conducir a la enfermedad puesto que representan dualidad ya que si amas a “esta” persona, lo haces en detrimento de “la otra”.
Así es el amor en la nube porque es el único modo de amar aunque quisiéramos amar a todos. Si el amor es terrenal, personal, y no universal, está enfermo.
Ve la vida desde donde la ve la divinidad. Tal vez no sea fácil, pero puedes.
Para ello es imprescindible:
– Silencio
– No juicio
– Atención
Porque sin el silencio personal sólo vemos la vida relativa, la que tenemos dentro, no la universal, de la que la nuestra es sólo una parte.
No juicio porque el juicio nos quita realidad. Hacemos que la realidad dependa de una opinión, de unos intereses. Cuando el juicio existe, todo lo demás lo hace a través de él.
Entonces, pongamos atención. Habiendo eliminado el juicio y el ruido, ya no somos nosotros atentos, no nosotros, el que lleva nuestro nombre y se gana la vida de tal manera, etc. Nos convertimos en Atención Pura. Esa es la visión divina.