Algunos lo llaman consciencia situacional, otros el estado de alerta, ahora muchos lo llaman el estado presente, pero ¿Qué es realmente? A pesar de todos los nombres técnicos, folklóricos o espirituales ”new age” que puedan darse a este estado mental, no deja de tener tan poco misterio como el hecho de poner la atención de forma consciente en la información que proviene de fuera.
Algunos lo llaman consciencia situacional, otros el estado de alerta, ahora muchos lo llaman el estado presente, pero ¿Qué es realmente?
A pesar de todos los nombres técnicos, folklóricos o espirituales ”new age” que puedan darse a este estado mental, no deja de tener tan poco misterio como el hecho de poner la atención de forma consciente en la información que proviene de fuera.
Hoy en día, cuando el mundo parece más peligroso que nunca, es alarmante el número de personas que transitan por la calle aislados del mundo por sus teléfonos.
Y es que si algo caracteriza a todos esos nombres citados antes, es que se basan en estar observando y procesando información del mundo exterior en vez de estar perdido dentro de tu mundo interior.
Voy a ser un poco más preciso y menos efectista: Lo cierto es que siempre estás procesando información del mundo exterior.
La diferencia está en que tenemos una capacidad de dirigir la atención limitada por lo que si estamos más enfocados en lo que pasa en nuestro interior o lo que aparece en una pantalla, no podemos prestar atención a lo que pasa a nuestro alrededor, y eso puede acarrear consecuencias graves.
Estar a punto para responder
Queremos un mundo seguro, previsible, sin sorpresas excesivas en parte porque nuestro cerebro se siente más cómodo así y también porqué nos tienden a educar en ese paradigma de seguridad y estabilidad.
Pero esto es sólo una fantasía. El mundo no es lugar seguro y no lo ha sido nunca. Probablemente lo sea más ahora que hace 10.000 años, pero sigue siendo inseguro.
Claro está que lo digo desde mi cómoda silla de mi oficina y no desde una casa medio en ruinas de Mosul, Kabul o Damasco.
Sí, desde aquí el mundo parece seguro, pero desde allá, ya tienen claro que las cosas cambian radicalmente con el sonido de un mísil AGM-114 Hellfire lanzado desde un dron a 8 Kms de altura.
Y es que vivimos en una especie de burbuja de ilusión de supuesta tranquilidad en medio de una realidad bastante más agresiva que de vez en cuando nos da de cerca.
Cuando el 28 de Septiembre de 1994 el ferri Estonia estaba cruzando el mar Báltico desde Tallin a Estocolmo, tuvo una pérdida de potencia que acabó con su hundimiento.
Uno de sus supervivientes contaba cómo mientras el barco iba a la deriva escorando peligrosamente, él corrió por su vida desesperadamente, mientras otros estaban simplemente esperando que alguien los rescatara o se quedaron paralizados sin saber qué hacer. Él vivió, los otros murieron.
Una vez escuché a un experto decir que cuando uno entra en cualquier vehículo de transporte público o recinto cerrado, lo primero que debería hacer es buscar y memorizar la ruta de evacuación. ¿Tú lo haces?
En general no vivimos el mundo como si fuera peligroso y por lo tanto, tampoco vivimos atentos a aquello que nos rodea, detectando indicios de posibles peligros como haría cualquier animal o nosotros mismos, hace unas centenas de años.
Conducimos coches descuidadamente, hablando con nuestros pasajeros, distraídos con la radio (o cosas peores), sólo porque en general, no tenemos accidentes de tráfico. Pero la realidad es bastante más preocupante.
Estamos hablando de un medio de transporte que cada año se cobra sólo en España, 1500 víctimas humanas (quiero recordar que los atentados del 11-S se cobraron en total 2600 muertes) sin contar todos los heridos graves o muy graves.
Y es que no se trata de vivir en un estrés constante, pero tampoco de pasar por la vida sin prestar atención, ni sin ser responsable de tu autoprotección y la de los demás.
Justo unos días después del reciente atentado en el aeropuerto Atatürk en Estambul, donde un conjunto de individuos hicieron detonar una maleta llena de explosivos y metralla en el hall del aeropuerto, tuve que ir al Aeroport del Prat en Barcelona.
Sorprendentemente, y mientras policías equipados con chalecos antibalas y armas de asalto patrullaban el aeropuerto y el gobierno declaraba la alerta 4 “reforzada” (ya que la 5 era poner el ejército en las calles), observaba a viajeros haciendo colas tranquilamente o abstraídos por sus teléfonos inteligentes.
Los delincuentes en las calles lo tienen claro: Buscan siempre a las víctimas que parecen más despistadas o a los que parecen muy estresados y con prisa. Por motivos diferentes, ninguno de los dos está activamente prestando atención a su entorno.
Me contaba una vez un policía que los ladrones descartan directamente a aquellos que están atentos y pendientes de su entorno, ya que su principal directriz es ir a la presa más fácil posible.
Requisito para el éxito
No importa a lo que te dediques, sea cual sea tu campo de actividades, los profesionales con más éxito, son aquellos que invierten su capacidad atencional y de procesamiento en obtener información del exterior.
Un deportista de élite, conseguirá buenos resultados en la medida que toda su atención esté en captar información de su entorno, hasta el punto que lo que acaba marcando la diferencia entre dos deportistas excepcionales, es su capacidad para mantener dicho estado de consciencia.
Digo estado de consciencia, porque cuando escuchas a uno de estos deportistas hablar, te describen o que viven como un estado alterado, aunque por supuesto, ellos no le ponen ese nombre.
Una vez, un periodista le pregunto a Sergi Bruguera (uno de los mejores tenistas que ha tenido este país) cómo conseguía darle a una pelota de saque que alcanzaba algunas veces los 200 Km/h.
Él le contestó tan tranquilamente, que era imposible no darle porque cuando la pelota se le acercaba, el tamaño aumentaba tanto que le parecía más grande que la raqueta.
Casos como este, se dan muy a menudo entre jugadores de béisbol, esquiadores, pilotos de carreras o golfistas profesionales y es algo que han desarrollado de manera inconsciente.
No es nada más que una capacidad de ampliar su recolección y procesamiento de información del exterior.
Si ya es poco frecuente desarrollar dicha habilidad, menos el ser capaz de mantener dicho estado durante toda una competición, especialmente cuando las cosas no están saliendo como se habían planeado.
Es ahí donde se convierte en tan importante la figura de un entrenador mental.
Pero los estados de alerta no se limitan ni mucho menos a los deportistas de élite. Los mejores comerciales son capaces de detectar la mínima variación en la expresión de la cara de su cliente, tal y como lo haría un experto jugador de póquer.
Con esta información, son capaces de ajustar su comunicación y desarrollar una interacción con su cliente mucho más eficiente.
Pero también lo hacen los buenos formadores o conferenciantes, capaces de detectar el más mínimo cambio en el comportamiento de los individuos que le están escuchando, para generar una experiencia formativa o comunicativa más impactante.
Claro está que si en vez de estar enfocado hacia fuera, estás concentrado en todo lo que te puede ir mal (eso es un proceso puramente interno) o simplemente, estás mirando a una presentación de PowerPoint o a un folleto publicitario en vez de a tu público, toda esta información la perderás.
El padre de la PNL, el Dr. Richard Bandler dice que el modo de parar ese diálogo interno que persigue a tantas personas, es enfocándose en el exterior. Es un buen modo de resumir lo anteriormente dicho.
En conclusión
Estas estrategias están compuestas de varias partes. Una de ellas, es la obtención de información del exterior para reajustar o mantener aquello que estamos haciendo, pensando o sintiendo y de este modo, conseguir nuestro objetivo.
Estos objetivos, pueden ser tan importantes como mantenerse vivo, vender, relajarse u obtener un ascenso o tan triviales como encontrar un buen restaurante para cenar.
En otras palabras, si no estamos pendientes de la información exterior, es como conducir un vehículo sin saber dónde está la carretera.
Por eso, es tan importante tomar responsabilidad sobre nuestros resultados a través de poner atención en todo aquello que venga de fuera y dejar de estar tan pendientes de nuestro mundo interior o de una simple pantallita.
Llámalo como quieras, pero estate atento. Te irán mejor las cosas.