Artículo: Apapachar, El Arte De Acariciar Con El Alma

29 de noviembre de 2016

Abrazos desde lo más profundo de nuestro ser... y su poder terapéutico.
Hace unas cuantas décadas, uno de los psicoanalistas que aún se tomaban en serio la espiritualidad, Carl Gustav Jung, dijo la frase:

    "Conozca todas las teorías. Domine todas las técnicas. Pero, al tocar un alma humana sea apenas otra alma humana".

Desde la muerte de Jung, el concepto de alma ha sido desechado por la mayor parte de psicólogos y psicoanalistas como algo necesario para tratar y estudiar la mente humana. Sin embargo, más allá de la psicología hay algunas ideas muy arraigadas en la cultura popular que, estando relacionadas con la espiritualidad más que con los experimentos y los estudios científicos, ofrecen propuestas sobre cómo podemos enfocar las relaciones humanas, el afecto y, en general, el bienestar.

En Latinoamérica, concretamente, existe una palabra antiquísima, de origen amerindio, que sirve para describir una acción, pero también un estilo de vida que muchas personas han adoptado. Esta palabra es "Apapachar", que significa algo así como "abrazar con el alma".

Un Apapacho es mucho más que un abrazo

La palabra "apapachar" nació en principio como parte del idioma náhuatl, lengua con más de mil años de antigüedad, aunque al principio era algo diferente y su pronunciación se parecía más a "papatzoa". Hoy en día el término apapachar se utiliza en países como México o Colombia con el significado de "dar cariño", pero también es frecuente darle una lectura mucho más profunda y espiritual.

De este modo, un apapacho puede ser un abrazo, pero también cualquier acción con la que se pueda interpretar que un alma se está desnudando ante otra para brindarle cariño o un tipo de apoyo muy íntimo, no necesariamente relacionado con lo sexual. Apapachar se transforma así en el concepto de acariciar con el propio espíritu, ofrecer una muestra de amor que no depende ni de las limitaciones físicas que pueden mantener separadas a dos o más personas ni de las convenciones sobre cómo debe expresarse el afecto.

Mucho antes de que naciera la cultura del espectáculo en el que la imagen lo es todo, en Latinoamérica ya existía la idea de quelas muestras de amor no pueden estar totalmente constreñidas por las normas sociales. Es por eso que apapachar llegó a significar un intercambio afectivo que huye de las etiquetas y que va más allá de la realización de un simple abrazo.

Todo nace con las caricias

Curiosamente, en un origen apapachar podía traducirse como "amasar con cariño" una definición que tiene que ver con una tarea física. Sin embargo, de este concepto emergió la idea del apapacho como una caricia realizada con el alma, algo totalmente subjetivo, interpretable y, especialmente, íntimo. Pero la relación entre las caricias espirituales y la acción de amasar no es mera coincidencia.

Hoy sabemos que en nuestros parientes animales más cercanos, como los grandes primates, casi toda la carga emocional que tiene que ver con la transmisión de afecto queda plasmada en caricias, abrazos y, en general, acciones que tienen que ver con el tacto. La mayor parte de los primates se miran raramente a los ojos, incluso en las relaciones materno-filiales. Por eso sabemos que es muy probable que el lenguaje afectivo de nuestros ancestros haya sido, durante cientos de miles de años, el abrazo, el beso, la caricia.

Pero si miramos más allá de estas acciones, veremos que lo que se expresa en ellas es la voluntad de mostrarnos tal y como somos y dar la oportunidad de que otra persona también pueda hacer lo mismo libremente, sin miedo a ser juzgada. La palabra apapachar atrapa esta idea para que la podamos aplicar en nuestro día a día y no perdamos de vista lo importante de librarnos de inseguridades infundadas, no dejar pasar la oportunidad de establecer relaciones personales basadas en la autenticidad, y disfrutar del cariño de las personas que nos quieren sin hacer que banalidades de la vida cotidiana nos mantengan separados.

Apapachar es un principio vital

Desde luego, el término apapachar no nos aporta un nuevo conocimiento acerca de cómo funcionamos, nos relacionamos o sentimos. Ha estado ahí desde mucho antes de que apareciesen tanto la psicología como las neurociencias, y no tiene nada que ver con descubrimientos científicos rompedores que vayan a ocupar portadas de telenoticias. Ahí reside su valor. Como pasa con el concepto de Hoponopono, forma parte de una idea prácticamente atemporal, que nos ha acompañado desde siempre: no vale ninguna excusa para no desnudarnos emocionalmente con las personas que nos importan de verdad.

Apapachar es, en definitiva, una idea tan simple que en nuestros días resulta transgresora. Es por eso que es muy apreciada por aquellas personas que aman la fuerza de la sencillez honesta y la naturalidad por encima de lo artificioso. ¡Larga vida a los apapachos!
 
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