No es necesario ser perfectos para ser felices.
La perfección es un ideal que ni siquiera los artistas logran
conseguir, puesto que, a veces, es ese matiz de imperfección lo que dota
a las obras de una belleza única e irrepetible.
Ahora bien, en
ocasiones, caemos en el error de aspirar a esos objetivos que nos marca
la propia sociedad: tener un cuerpo perfecto, una casa perfecta, un
trabajo perfecto y unos hijos perfectos…
Si lo has intentado en
alguna ocasión, si te has dejado llevar por esos ideales, habrás
descubierto sin duda el alto precio que se paga por ello: infelicidad,
baja autoestima y la sensación de que perdemos el control de nuestra propia vida.
La felicidad es, básicamente, equilibrio.
Es encontrar ese punto perfecto en el que encontrarnos bien con
nosotros mismos, sin necesidad ser otra cosa, sin la obligación de
conseguir aquello que otros nos marcan y que no va con nosotros.
Hoy en nuestro espacio te invitamos a tener en cuenta unos aspectos importantes sobre este tema.
El esfuerzo inútil de ser perfectos
En
los últimos meses se ha puesto de moda una práctica tan ingenua como
peligrosa para la autoestima en las redes sociales. Se trata de hacerse
una fotografía con una hoja de papel con medidas A4 colocada en el
vientre.
De este modo, las chicas demuestran que tienen unas
líneas delgadas y, supuestamente, estéticas. Toda aquella muchacha cuya
cintura se excede de esas proporciones, por tanto, deja de “ser
perfecta”.
Otra práctica que veíamos hace poco era fotografiarse las piernas
para demostrar que, entre ellas, quedaba un espacio donde los muslos,
lejos de juntarse, demostraban esa delgadez con la que todas soñaban.
Este
tipo de “modas” aparentemente inocentes dejan detrás el peligroso
esfuerzo de muchas chicas por aspirar a esos cánones donde solo se
consigue lo siguiente:
- Aspirar un modelo de belleza estipulado por la sociedad y las modas. Todas aquellas que no tengan esta constitución de modo natural, están obligadas a sufrir para conseguirlo.
- Aspirar a algo que uno no es supone dejar de aceptarse, supone “odiar” el propio cuerpo.
La
sociedad y las modas lo único que consiguen es “desconectarnos” de
nosotros mismos para llevarnos al terreno de la infelicidad y, por
tanto, al consumismo (medicamentos para adelgazar, consumo de comida light…)
Imperfecto, libre, satisfecho y feliz
Siempre llega un momento en nuestra vida en que acabamos haciendo balance. ¿De verdad merece la pena tanto esfuerzo, sufrimiento e ideales imposibles de asumir?
Si todavía conoces a alguien cautivo por la necesidad de ser tan
perfectos como nos dicen las modas, te recomendamos que lo obligues a
reflexionar sobre lo siguiente:
Aprende a ser más libre
La
libertad es la capacidad de romper cadenas externas para reencontrarnos
con nosotros mismos. Lo creas o no, no existe sensación más placentera y
satisfactoria. Para conseguirlo, debemos tener en cuenta estas
estrategias.
- Aprende a ser consciente de todo lo que veta tu libertad (personas, modas, costumbres…)
- La libertad nos obliga a tener en cuenta aquello que de verdad es importante para nosotros y, además, nos permite reconciliarnos con nuestras esencias y nuestra voz interior.
La aceptación de las imperfecciones como forma de autenticidad
- Si tu nariz es algo aguileña o demasiado chata… ¿Qué importa? Es un rasgo heredado de familia y que, a su vez, te permite ser único e irrepetible.
- Si tus caderas son anchas… ¿Qué importancia hay? Si todos fuéramos iguales y tuviéramos unas mismas medidas seríamos robots, seres creados en serie y nadie destacaría sobre los demás.
- Cada rasgo, cada atributo de tu rostro y constitución te perfila como una persona única y excepcional. Si además, te cuidas, estás bien y conectas con esa imagen que te devuelve el espejo, no habrá felicidad más auténtica que la de alguien que se quiere y se acepta tal y como es.
La felicidad es ausencia de inseguridad y miedo
La felicidad no es acumular cosas ni personas. La felicidad no es una fórmula mágica que solo se encuentra en los libros de los gurús del crecimiento personal o la espiritualidad.
Para estar bien basta con dejar de tener miedo, basta con dejar de aspirar a ser algo que no somos.
Si no eres rico y no dispones de un cuerpo de medidas perfectas, acepta
la magia de tu imperfección y aprende a ser feliz de forma humilde.
El
bienestar no es un secreto. Para ser perfectos lo único que necesitamos
es estar tranquilos, contar con gente que nos quiera, que no nos juzgue
y que nos permita ser nosotros mismos y, además, ser capaces de disfrutar cada día de nuestra vida con todo lo que tenemos.
Te animo a ponerlo en práctica y a cultivar esa felicidad sencilla que nace desde el propio corazón.