Sentirse víctima es fácil... y muy rentable,
pues permite usar el sufrimiento como recurso para influir en la
conducta ajena. Pero la víctima renuncia a su poder y su libertad para
cambiar las situaciones.
Llamamos victimismo a la actitud de considerarse y adoptar el papel de víctima. Puede parecer una contradicción, pues aparentemente la víctima es la parte más desfavorecida de una relación, la persona que más sufre y que suele salir más dañada. Pero, en realidad, ser una víctima también tiene sus ventajas. Asumir esta posición puede ser una buena manera de conseguir aquello que uno desea: más consuelo, atención, mayor comprensión por parte de los demás, cambios en su actitud… Por otra parte, sentirse el bueno de la película, aunque a veces implique sufrimiento, no deja de ser un papel más agradecido, dado que la mayor parte de los espectadores suelen identificarse y ponerse del lado del más desvalido.
El victimismo, por lo tanto, es el arte de utilizar el sufrimiento como recurso. A través de las quejas o de expresar malestar se transmite una exigencia soterrada a los demás, despertando en su interior un sentimiento de culpa.
Llamamos victimismo a la actitud de considerarse y adoptar el papel de víctima. Puede parecer una contradicción, pues aparentemente la víctima es la parte más desfavorecida de una relación, la persona que más sufre y que suele salir más dañada. Pero, en realidad, ser una víctima también tiene sus ventajas. Asumir esta posición puede ser una buena manera de conseguir aquello que uno desea: más consuelo, atención, mayor comprensión por parte de los demás, cambios en su actitud… Por otra parte, sentirse el bueno de la película, aunque a veces implique sufrimiento, no deja de ser un papel más agradecido, dado que la mayor parte de los espectadores suelen identificarse y ponerse del lado del más desvalido.
El victimismo, por lo tanto, es el arte de utilizar el sufrimiento como recurso. A través de las quejas o de expresar malestar se transmite una exigencia soterrada a los demás, despertando en su interior un sentimiento de culpa.
Todos nos hemos sentido en algún momento objeto de estrategias victimistas, divididos entre hacer lo que otra persona nos pide, aunque sea de forma encubierta, o sentirnos culpables. Es una actitud que atribuimos fácilmente a los demás, que nos provoca rechazo y criticamos como burda manipulación, pero que, en cambio, cuesta mucho reconocer en uno mismo. Sin embargo, ¿quién no ha intentado en alguna ocasión producir lástima para conseguir algo?, ¿quién no ha hecho sentir culpable alguna vez a otra persona?, o ¿quién no ha intentado eludir una responsabilidad exagerando su desamparo?
Desde la visión victimista siempre es el otro el que tiene el problema y uno mismo quien sufre las consecuencias. A partir de aquí todo se interpreta desde ese enfoque.