Desde hace unos años, el tantra, junto con la sexualidad sagrada y la alquimia sexual, han invadido la curiosidad de muchos. En los últimos años han empezado a emerger libros, artículos, reportajes, cursos. En este artículo nos marcamos como objetivo aclarar algunos de sus misterios para adentrarnos en su esencia.
Tantra significa «tejido que entrelaza conciencia». Aglutina una serie de prácticas vinculadas al despertar de este tejido a través del contacto con el estado de presencia.
Se realiza a través de meditaciones muy sencillas que te permiten adentrarte en el flujo de la conciencia. Es una vía mística que no tiene como base ningún tipo de adoctrinamiento ni represión, se fundamenta en la escucha y un respeto profundo por el cuerpo y la propia esencia.
El Amor
El tantra considera que el estado de amor es el estado natural del ser humano y la única puerta para entrar en la experiencia consciente (o shamadhi). El amor no es percibido como en Occidente, no atiende a unas reglas para llegar a ser una buena persona o responder a ciertas necesidades de otra persona o del colectivo.
El amor en tantra se considera el estado natural del ser humano. Es una cualidad inherente en nuestra naturaleza, no nos queda otra opción que amar. No es una decisión que puedas tomar, tampoco es realmente una actitud que puedas tener, es tu estado natural.
La mayoría de ejercicios de tantra te guían a ser más consciente de la calidez que se despierta en ti cuando eres consciente de que el amor es probablemente el factor más importante en tu vida. Este te conduce a un estado de rendición consciente que te permite abrazar lo que es, afirmarlo profundamente. En esto suceden los destellos del espacio místico, sagrado y transpersonal. Sucede el entendimiento de que somos pura dicha, celebración.
Meditación
El tantra es y sucede en un espacio de meditación. Meditación no es más que entrar en un espacio donde pueda producirse el fenómeno de la observación, principalmente del cuerpo y sus sentidos. En esa observación sucede el despertar de un sentimiento no dual de unidad y amor. En ese espacio todo lo que nos sucede es acogido de otra manera y ahí reside la alquimia transformadora del tantra.
El tantra tiene otras vías de meditación: desarrolla la observación conservando la plena identificación y experimentación de lo que está sucediendo, sin rechazar ni apartar ningún impulso corporal o afectivo. No necesita crear distancia de la experiencia para meditar, sino todo lo contrario, involucrarse plenamente para poder experimentar más conscientemente. De esta forma, las experiencias más mundanas y corporales, en esa plena aceptación, se vuelven sublimes.
La intimidad como camino de liberación (o Moksha)
En la práctica del tantra, uno de los puntos más importantes al que te guían sus ejercicios es al estado de volver a sentir ese espacio donde tu ser se manifiesta de manera inocente y espontánea.
En el proceso de reconocimiento de la verdad interior que provocan los ejercicios y rituales tántricos lo viejo y falso en ti empieza a morir. Empieza a manifestarse esta parte de uno que siempre ha estado allí, que siempre ha permanecido allí, una parte de ti tan extremadamente sencilla y honesta como verdadera, profunda y estridentemente real. En el compartir tu intimidad con otra persona te enriqueces, te abres, te vuelves más cálido, flexible, te expandes, tus opiniones son relativizadas y, al ser proyectadas, pierden valor y peso.
¿Qué se hace?
Recorrer el silencio, el amor, el placer y la celebración consciente de la existencia de una manera libre de dualidad, dentro y fuera de ti.
Esto sucede a través de varios senderos: la sadhana o práctica tántrica tiene como objetivo el reconocimiento de nuestra esencia (o amrita). Se accede a este estado a través de varias vías: devoción (bhakti), respiración consciente (pranayama), meditaciones activas, meditaciones tántricas del Vijnanan Bhairava Tantra y otros textos sagrados, ejercicios de consciencia corporal, despertar de las polaridades femenina y masculina “Shiva Shakti”, despertar de los chacras, bioenergética tántrica, el toque de “anhata” (chacra del amor), el tantra de la emoción, danzas tántricas, la unión mística, “satsang” (el reconocimiento de tu verdad), celebraciones y rituales donde asentarse en nuevos estados de conciencia y nuevas comprensiones.
Son siempre ejercicios muy simples destinados a que acontezca ese despertar. Poner la mano en el corazón de otro ser; mirarse a los ojos; sentir el contacto de tu piel en una caricia; respiraciones y ejercicios energéticos que facilitan que suceda un fluir de la propia energía; permitir que tu cuerpo emocional respire, sea visto, reconocido y acogido por tu cuerpo consciente; reposar tus manos en determinados puntos del cuerpo y descansar profundamente allí tu consciencia.
Estos ejercicios aparentemente tan sencillos son guiados por una dakini o un daka, que es aquel que ha entendido la naturaleza del corazón. Este usa estos canales y otros para inducir a su discípulo a inimaginados estados de reconocimiento interior, trance, expansión energética y obertura a la propia inocencia o desnudez del alma. Experiencias a veces crudas y profundamente amargas y reveladoras otras increíblemente extáticas, profundas y transformadoras.
¿Qué relación tiene con el sexo?
Reconoce el sexo como origen de nuestra vida. Por lo tanto, en la observación meditativa o contemplativa de esta, se identifica con ese movimiento esencial.
Eso no significara siempre que sus prácticas sean sexuales, la gran mayoría de hecho no lo son. Pero en ellas reside el respeto y el reconocimiento a ese movimiento energético dentro de ti y por doquier en toda la existencia. El tantra se mueve en el oleaje de la magnitud de esta energía tan primordial en nosotros y en el cosmos.
¿Tantra es no eyacular y tener más orgasmos?
No. Que no eyacules o que tengas más orgasmos no significa que eso sea tantra. El tantra lleva en sí una comprensión más profunda de tu naturaleza y de tu sexualidad, y eso, inevitablemente, conlleva cambios profundos en cómo se manifiesta tu sexualidad y tu manera de relacionarte. Pero esos cambios son un fruto, una consecuencia, no una meta o un objetivo.
Son los cambios que suceden cuando tú empiezas a reconocerte a ti mismo como un ser sensible, consciente, humano y divino a la vez, limitado e ilimitado a la vez, vulnerable y extenso al mismo tiempo. El tantra pone el énfasis en el respeto, el amor, el cuidado y el sentir. Se empieza a dejar que la consciencia se vuelva a apoderar de los sentidos y demás vías de contacto del cuerpo y del ser (los tattvas). En definitiva, a sentir capas más profundas y sensibles de nuestra configuración humana.
Aunque existen tratados de alquimia sexual que describen cómo modificar el comportamiento de tu sexualidad, el tantra no está interesado realmente en que tú crees ningún tipo de modificación en tu sexo. Te invita más bien a que lo abraces, a que lo cuides, a que le aportes calidez, amor, y en este gesto se da una apertura a unas dimensiones mayores en nuestra sexualidad. Es aportar un espacio de meditación profunda en tu sexo, en tu cuerpo y en tu vida.
Xavier Domènech.