Muchas veces notamos que con el mismo esfuerzo, incluso esforzándonos más, nuestro rendimiento decae. Lo que nos ocurre es que estamos forzando la máquina, no nos damos el tiempo necesario para mantenerla a punto, y esta empieza a fallar igual que una aspiradora a la que no le cambiamos la bolsa…
Pero cuando la máquina somos nosotros mismos siempre encontramos una excusa para no parar, para no examinar qué parte de nosotros necesita ser afilada, olvidándonos que somos un todo sistémico, y que si descuidamos una parte de nosotros, la “máquina” entera se resiente.
“Dame seis horas para tumbar un árbol y pasaré las cuatro primeras afilando el hacha” A. Lincoln
En esa maravillosa máquina que somos nosotros podemos encontrar cuatro dimensiones que mantener a punto, a las que debemos dedicar tiempo y el cuidado que cada una necesita para alcanzar el equilibrio, o lo que es lo mismo, un verdadero estado de Salud y por tanto efectividad.
Se trata de una inversión en nosotros mismos.
La dimensión FÍSICA
Si en algo no hay discusión posible es que nuestro cuerpo es un organismo vivo, que requiere determinadas acciones para seguir sobreviviendo y, algunas otras, para hacerlo con calidad y mayor duración.
Es un imperativo natural alimentarnos y dormir para seguir con vida, pero todos sabemos también, que de la calidad de nuestra alimentación y de nuestro descanso, depende muy mucho como nos enfrentamos al día a día.
Es la base. Sin cuerpo no hay vida, si no descansamos no rendimos, si nuestro cerebro no recibe suficiente glucosa no piensa con claridad…
Y muchos nos quedamos ahí, en las funciones básicas de supervivencia, pero sabemos que podemos, y debemos… ir más allá.
Debemos honrar nuestro cuerpo, mantenerlo en forma, cuidar nuestros huesos y nuestros músculos, realizar ejercicios aeróbicos que oxigenen nuestra sangre y mantengan a punto nuestro sistema circulatorio, hidratar nuestra piel que nos protege del medio ambiente.
Amarlo y respetarlo, porque ….. sin vehículo…..no hay viaje….
La dimensión MENTAL
Si nuestro cuerpo es nuestro vehículo…. ¿ Adivináis quién es el conductor?
Seguro que vuestras mentes han contestado enseguida…¡yoo!
Y así es. El mejor vehículo del mundo, conducido por un kamikaze, posiblemente no nos ofrezca un viaje muy seguro. Ni el coche más veloz, manejado por un conductor miedoso, nos llevará a mayor velocidad.
Codificamos el mundo que nos rodea y las experiencias que vivimos, a través de nuestro pensamiento, y es nuestra mente la que se encarga de tomar decisiones, asumir riesgos, evaluar situaciones….
La mayoría de los trabajos (no importa la cualificación) requieren de un esfuerzo cognitivo: desde organizar con mayor eficacia la secuencia de nuestras tareas, a funciones como la creatividad, memoria, análisis, cálculo….
Todo esto lo tenemos claro, pero lo que no tenemos tan claro, es que también el funcionamiento de nuestra mente, depende del “alimento” que le demos a consumir.
Apartarnos de los pensamientos negativos y/o rumiativos, de creencias limitantes, de paradigmas cerrados que nos impidan analizar la situación desde la perspectiva del otro…son algunos de los ejercicios para mantener una mente saludable.
La lectura y la escritura, el manejo del lenguaje son aspectos claves para desarrollar esto, pero más importante aún es filtrar….
Igual que intentamos no ingerir sustancias tóxicas que dañen nuestro cuerpo, debemos filtrar el consumo de sustancias que proporcionamos a nuestra mente, elegir lo que “consumimos” cuando leemos, vemos la tele, participamos en una conversación….
Si nos paramos un momentito a reflexionar, no es necesario que nadie nos diga qué tipos de contenido nos intoxican o nos hacen crecer…. lo sabemos.
La dimensión ESPIRITUAL
Nuestro vehículo cuenta además con un GPS, un mecanismo interno, a modo de brújula que nos señala el norte.
Y aunque es cierto que permanece oculto a nuestros sentidos, y que no sabemos darle una ubicación exacta dentro de nosotros mismos, sabemos que hay cosas que nos llenan, con las que nos sentimos a gusto, que nos hacen sentir conectados con nosotros mismos y de alguna forma nos proporcionan plenitud.
Aunque para cada persona son únicas, lo cierto es que encontramos bastantes similitudes entre las personas, siendo más diferencias de forma que de fondo.
A todos nos hace sentir bien conectar con la naturaleza, unos a través de la contemplación de un amanecer, otros haciendo ciclismo, otros entrando en contacto con el agua, sintiendo el aire en el rostro, o contemplando una hoguera….
La música (desde el rock a la opera) es otro instrumento universal de conexión con nuestra parte espiritual, las actividades creativas….
Lo importante es esa recarga de energía que nuestro sistema necesita.
La dimensión SOCIAL /EMOCIONAL
Tenemos el vehículo, el conductor, el GPS que nos señala nuestro propio Norte…. nos falta el motor, lo que nos hace mover….las emociones.
Y nuestras emociones están casi totalmente relacionadas con nuestra parte social, es en el ámbito social, en la interacción interpersonal donde se ponen de manifiesto.
Mantener alta nuestra autoestima, alimentar nuestras relaciones importantes y que nos equilibran y renunciar a aquellas que son tóxicas, invertir tiempo en rodearnos de las personas que nos hacen sentir bien y a las que hacemos sentir bien, es fundamental para que nuestro motor se mantenga a punto.
Cuando estamos tristes no tenemos ganas de movernos, de hecho una de las características de la tristeza es que lleva al inmovilismo, al retraimiento, a no avanzar…
El cultivo de emociones positivas y relaciones positivas es, pues, algo que no debemos olvidar si queremos encontrar la armonía de nuestro sistema.
Si quieres ver cómo influyen nuestras emociones en nuestra salud visita este enlace