Artículo: Me Gusta Mi Forma De Ser, No Necesito Gustar A Todo El Mundo

14 de enero de 2016


Mi forma de ser es auténtica y no necesito aparentar lo que no soy para gustar a todo el mundo. Hace tiempo que practico el valor de la dignidad personal, no soy esclavo de nadie, y no necesito aprobaciones ajenas para ser feliz.
Es vital que lleguemos a esta conclusión lo antes posible en nuestro ciclo vital. Es un aspecto que todo adolescente debería asumir, y que toda persona debería practicar para alcanzar una adecuado equilibrio interior y un bienestar emocional.
Yo no soy como tu esperas que sea, acéptame por lo que me define, por mi forma de ser, por mi forma de hacerte feliz: construyamos un mundo donde ni tú ni yo nos obliguemos a dejar de ser “tú y yo”.
Sabemos que no siempre es fácil actuar de este modo. En nuestro interior, tenemos la sensación de que si no gustamos a todo el mundo no seremos aceptados. No obstante, la vida no se construye con la necesitad de tener que gustar: basta con que sepamos respetarnos.
Uno siente la necesidad de gustar a la familia de nuestras parejas, de llevarnos bien con sus amigos, de encajar con todos nuestros compañeros de trabajo y las personas que forman parte de nuestros círculos sociales. Ahora bien, lo primero que toda persona debería tener en cuenta, es que es imposible gustar a todo el mundo. Cada persona es única, todos disponemos de nuestra forma de ser, de ver el mundo, de vivir la vida.
Si no te gusto, al menos acéptame, respétame. Lo más probable es que exista algún aspecto de mi que nos una, lo más probable es que a pesar de nuestras diferencias, podamos enriquecernos de algún modo. Y si esto no ocurre, tampoco pasará nada. Lo esencial, es que nos aceptemos nosotros mismos: el amor propio es una relación que debe durar toda la vida.

Yo soy yo, y me acepto en mi forma de ser: soy un regalo

 

Tú eres un regalo para ti mismo, y nadie puede decirte lo contrario. Sólo tú sabes lo que has vivido, lo que has superado, tu forma de ser es la ventana que te permite ver el mundo con toda su intensidad, en libertad e integridad.
Soy como soy, no pretendo ser una versión de nadie ni una marioneta guiada por hilos ajenos: tengo voz, corazón y sé lo que merezco en esta vida para ser feliz.
Nuestra forma de ser no se define sólo con decir que somos extrovertidos, tímidos o introvertidos. Es una amalgama de matices donde se inscriben experiencias, pensamientos y aprendizajes vitales. Son fracasos y son heridas, pero también son triunfos y senderos transitados con felicidad.
Lo malo enseña y lo bueno orienta, toda vivencia edifica nuestra forma de ser, ahí donde también se integran estilos educativos, valores que asumimos o a los que renunciamos, y la esencia de cada persona que pasa por nuestra vida.
  • Tu forma de ser es la energía que te empuja y que debe poner barreras a lo que no quieres en tu vida, a lo que no te define.
  • Las personas que intentan encajar con todo el mundo necesitan ante todo aprobación. Es entonces cuando se sienten integradas, pero si nos limitamos a buscar aprobación en el día a día dejaremos de ser nosotros mismos.
  • El psicólogo y escritor Wayne Dyer solía decir que el 50% de personas con las que nos cruzamos cada día estarán, posiblemente, en contra de nuestras opiniones. Si en alguna ocasión te encuentras con alguien a quien no le gusta lo que dices o lo que haces, no te preocupes: hay otro 50% que sí te apoyará.
  • Cuando somos pequeños nos educan en la necesidad de gustar a todo el mundo: sonríe, da la mano, siéntate bien, no hagas esto, no hagas lo otro… Pasamos una buena parte de nuestra vida “buscando aprobación”, hasta que un día, de pronto, nos damos cuenta de que gustar a todos es imposible.

 
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