Generalmente, a las personas, nos cuesta mucho trabajo
escuchar los puntos de vista de los demás, perdiendo la oportunidad de
enriquecer nuestro propio punto de vista y nos aferramos a querer demostrarle a
los demás que somos nosotros los que tenemos la razón, a como dé lugar.
Intentamos imponer, a toda costa, nuestro punto de
vista como el único posible descalificando el del o de los otros. Y, los demás,
probablemente hagan lo mismo quedando atrapados en un círculo vicioso que puede
llegar a tener lamentables consecuencias como alejarnos de la relación con los
demás, o, en casos más drásticos, romper definitivamente las relaciones cuando,
quizás, con tan solo abrirnos con la intención de comprender a los otros,
podríamos haber solucionado las cosas para no salir dañados ni lastimar a los
demás.
Cuando enfrentamos un conflicto dentro de una relación
entre dos o más personas donde se confrontan puntos de vista diferentes,
debemos tomar en cuenta lo siguiente:
- Si realmente queremos resolver el problema, es mejor considerar todos los puntos de vista de los dos. Estar abiertos a comprender al otro. Involucrados, por muy diferentes que sean.
- Debemos aprender a escuchar, con calma y sin atacar o interrumpir, los puntos de vista de los demás con toda nuestra intención para intentar comprenderlos, por difícil que nos resulte tratar de ver la realidad del otro que puede ser muy distinta a la nuestra. Eso nos ayudará, finalmente, a encontrar mejores soluciones donde ganemos todas las partes involucradas.
- No se debe olvidar nunca que, aunque una de las partes sienta que “ganó” por imponer su verdad, la realidad es que si no ganan todos los afectados por la situación, no gana nadie, es sólo una ilusión el creer que se gana al imponer nuestra razón, pues, no debemos perder de vista que, por importante que sea el asunto por el que se discute, lo más valioso de todo, siempre será cuidar que la relación no salga afectada.
- Tratemos de no olvidar nunca la importancia de intentar comprender a los demás para llegar a la mejor solución y tomar las decisiones correctas, aunque no estemos parcial o totalmente de acuerdo con el otro. Finalmente, todos tenemos derecho a ver las cosas desde nuestro marco de referencia, nuestros valores, historia, etc.
TERAPIA DE
PAREJA
Llega una pareja al consultorio de un reconocido
terapeuta gestalt en busca de ayuda para resolver sus problemas matrimoniales.
Desde que ponen el pie dentro del despacho del terapeuta, no dejan de discutir
arrebatándose la palabra y levantando la voz para hacerse escuchar.
El terapeuta, de forma firme, pero tranquila, los
detiene en seco. Mira al esposo y le dice:
-Muy bien, quiero que usted me explique primero cuál
es su versión del problema-.
El esposo expone entonces todos sus argumentos y
razones en relación al conflicto que están enfrentando él y su mujer. El
terapeuta asiente con la cabeza y le dice:
-“Comprendo, tiene usted razón”..
A la mujer no le gusta escuchar esto, pues ni siquiera
le ha dado la oportunidad a ella de hablar, pero guarda silencio. El terapeuta
voltea ahora hacia ella y le pide que le explique cómo ve ella las cosas. Ella
explica con lujo de detalles, todos sus argumentos respecto al problema con el
marido. El terapeuta la mira, asiente y le dice:
–“Entiendo. Tiene, usted, toda la razón”.-
El hombre, se desconcierta al escuchar esto y se
endereza de su asiento mirando fijamente al terapeuta y le dice:
– Oiga, discúlpeme, usted será el experto pero lo
que dice no tiene ningún sentido-.
El terapeuta lo mira y le pregunta:
– ¿Qué es lo que no tiene sentido?-
-¡Que primero escuche mis razones y me diga que tengo
yo la razón y luego escuche la de ella, que son totalmente contrarias a las
mías, y también le de toda la razón! ¡Eso es imposible! ¡No podemos tener
los dos la razón!
El terapeuta, sin perder la calma y sin dejar de
mirarlo, le responde:
-Sí, ¡tiene usted toda la razón!
En conclusión, lo que puedo decir desde mi experiencia
profesional, siempre que una pareja se empeña en mantener sólo su punto de
vista sobre las cosas y no está dispuesta a intentar comprender al otro, se
llega a un callejón sin salida donde ambos salen siempre lastimados. La única
manera de avanzar y romper el círculo, es estar dispuestos a entender el punto
de vista del otro y respetarlo, aunque no estemos de acuerdo.
En una discusión, va a ganar más, el que esté
dispuesto a ver (y a escuchar más) no el que intente estar “mejor”, es decir,
el que se empeñe en demostrar que sus razones son mejores que las de la otra
parte. Siempre serán mejores las razones que yo dé apoyándolas desde mi manera de
ver al mundo.
Por eso, si quieres salir beneficiado de un
enfrentamiento y salir vencedor, tienes que estar dispuesto a tomar en cuenta
las razones del otro, aunque, insisto, no puedas verlas. Tal vez por el sólo
hecho de considerar la posibilidad de que el otro vea, sienta, viva,
experimente cosas que tú en este momento no puedes ver, pero que si el otro las
ve es probable que también sean parte de la realidad, tú tendrás más
posibilidades de resolver el problema que la parte que se empeña en sólo ver la
realidad desde su marco de referencia.
Pero no me creas, ponlo a prueba. La próxima vez,
intenta no mantenerte en una postura inflexible. Trata de aceptar que el otro
puede estar viendo cosas que tú no puedes ver (por lo menos en ese momento) e
intenta tomar en cuenta lo que dice, aceptar que eso también puede ser verdad,
tan verdad como la tuya. Observa si, al cambiar tu actitud rígida y volverte
más flexible, puede ocurrir algo diferente a lo que siempre pasa… algo que, de
alguna manera, abra nuevas puertas hacia el entendimiento de ambos.
Fuente: Gestalt