EN MI SILENCIO
Siempre escucho en mi silencio
tu palpitar de frágil mariposa,
que en un fugaz aletear
me acariciaba suavemente
en cada nuevo despertar.
tu palpitar de frágil mariposa,
que en un fugaz aletear
me acariciaba suavemente
en cada nuevo despertar.
Recordando sin parar
los ecos de una madrugada
en la que nuestros besos
eran tan lentos y tiernos
como el sabor de nuestros cuerpos.
los ecos de una madrugada
en la que nuestros besos
eran tan lentos y tiernos
como el sabor de nuestros cuerpos.
El suave circular de mis dedos
entre cada poro de tu piel
me vuelve a rememorar
que tu pecho sigue siendo
el mar donde mi alma varar.
entre cada poro de tu piel
me vuelve a rememorar
que tu pecho sigue siendo
el mar donde mi alma varar.
Despertabas, y tu sonrisa
era el perfecto adorno de tu cara
que creaba el rayo de amabilidad
que mi corazón necesitaba
para vivir con humildad.
era el perfecto adorno de tu cara
que creaba el rayo de amabilidad
que mi corazón necesitaba
para vivir con humildad.
Me gustaba leerte cada día,
leerte sin descanso,
cada segundo un renglón,
hasta dejar pleno
mi angustiado corazón.
leerte sin descanso,
cada segundo un renglón,
hasta dejar pleno
mi angustiado corazón.
Y aquí, paciente en mi silencio
no te dejaré de esperar
hasta que tu decidas regresar
para que cogida de mi mano
seas compañera en mi caminar.
no te dejaré de esperar
hasta que tu decidas regresar
para que cogida de mi mano
seas compañera en mi caminar.
Antonio Rodríguez (Agosto 2015)