Artículo: “Soledad Constructiva”, Una Perspectiva Diferente A La De “Sentirse Solos”

31 de agosto de 2015

 
En cuanto escuchamos la palabra soledad, inmediatamente pensamos en fracaso o desesperanza, haciendo lo necesario para abandonar esta experiencia percibida  como nociva, llenándonos de terror que en ocasiones, contribuye a mantenernos en relaciones mal sanas o saltar de una relación a otra. Es entonces que el concepto de soledad nos ha sido propuesto como un estado a evitar y nunca enseñado como un espacio de construcción personal.

De acuerdo con la Psicoterapia Racional Emotiva de Albert Ellis, las emociones que sentimos con respecto a la soledad, no son consecuencia de los acontecimientos que vivimos o las personas con las que tratamos, sino de los pensamientos o ideas que nos formamos a propósito de esos acontecimientos.
Así pues, si cambiamos nuestros pensamientos o conceptos respecto a la soledad, cambiaremos la manera en que la asumimos, donde dejará de ser entendida como la ausencia del otro, para pasar a ser concebida como la presencia de uno mismo.


 En esta línea,  la propuesta de Gloria Mercedes Escobar en su libro Desatando el nudo (2006),  nos  presenta la soledad como un proceso constructivo y de integración con nuestro ser:

“Entre soledad y sentirse solos, la diferencia consiste en los efectos, mientras la primera es constructiva y nos ayuda permanentemente al crecimiento personal, la segunda se convierte en un obstáculo, inclusive, para vivir.
La soledad constructiva hace referencia a la capacidad de estar solo y aprovechar esta condición para estructurarse a sí mismo, conocerse y aceptarse; de esta manera la soledad no es deteriorante. Quien sabe estar solo es quien posee las mejores condiciones para estar y compartir con otros, sin la característica alienante de la dependencia o la necesidad; quien sabe disfrutar de la soledad, se responsabiliza de su propia vida, de sus necesidades y cuando llega a convivir con alguien sabe respetar los límites y los derechos y, al tiempo sabe compartir la intimidad y ofrecer buena compañía.


La persona que ha aprendido a estar sola y a disfrutarlo, ya no se sentirá sola ni siquiera en momentos difíciles; estas personas tienen capacidad para la libertad, se sientes seguras, tienen dominio del ambiente, autoestima elevada, autonomía y, en resumen, una muy buena integración del “yo”, después de haber resuelto las sombras de nuestros procesos vitales.


La soledad es una sensación íntima, propia y profunda de ser uno mismo, inherente a nuestra condición humana y en la cual sentimos, sufrimos, pensamos y decidimos; solos nacemos; solos vivimos y solos morimos.
La cultura y la educación familiar y escolar impartidas, nos hacen percibir la soledad como una condición negativa, desagradable y temerosa; nos enseñan que tiene que ver con falta de algo o de alguien, por eso buscamos compañía sin importar la calidad de la misma; establecemos relaciones inmaduras, justificadas solo por: “te amo porque te necesito” o “te amo porque me amas”. El temor a la pérdida es miedo a la soledad…
…la soledad es constructiva cuando en ella tomamos contacto personal y crecemos en lugar de llenar los vacios y resolver las sombras con el apego a personas, animales, situaciones o trabajo. Experimentar la soledad sin miedo nos ayuda a aprender a raíz de las experiencias y obtener satisfacciones, valor y confianza, respeto a sí mismo y a la vida, aumentando la capacidad de asumir riesgos.
Asumir la soledad como parte fundamental de la vida sin la cual no podemos ser sanos y productivos implica antes de ello realizar una serie de procesos personales que podemos lograr solos o acompañados por un terapeuta; algunos de ellos son:


·         Desmitificar el miedo
·         Aprender a expresar sentimientos
·         Darse cuenta del propio interior y exterior
·         Desarrollar límites
·         Auto responsabilidad
·         Identificar necesidades propias en orden de prioridad y darles solución
·        Aprovechar el tiempo libre para el ocio, la meditación, la relajación, la contemplación, el juego, los paseos


…Cuando no tememos contacto interior, tenemos poca energía  para afrontar el mundo exterior, nos volvemos más susceptibles a lo que los demás piensan de nosotros y nuestro sistema de defensas decae. Esto sólo lo podemos resolver permitiéndonos la debilidad, reconociendo nuestra vulnerabilidad y dejando de escondernos como lo hicimos hasta ahora; así podremos aprender a correr riesgos, a afirmarnos y podremos ser respetados”.


En los procesos de cambio personal se persigue cambiar lo que podemos cambiar y aceptar lo que no podemos cambiar.

Fuente: Emparejadictos.
 
 
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