No es fácil definir lo espiritual. Es una palabra muy usada en la religión, en donde se le define como ese ámbito de la vida donde está la presencia de Dios. Sin embargo, la religión no es la única que habla de lo espiritual y, desde el punto de vista filosófico, esta palabra puede tener otros significados. Vamos a concentrarnos precisamente en esos otros significados.
Fuera de la religión es usual que se pensemos que lo espiritual es lo mismo que lo psicológico. Desde ese punto de vista, lo que compone dicha espiritualidad serían todos los pensamientos, sentimientos y emociones que nos habitan. Sin embargo, esto no es del todo exacto: lo espiritual va más allá de lo psicológico.
“La espiritualidad necesita ser cósmica, que nos permita vivir con reverencia el misterio de la existencia, con gratitud por el don de la vida y con humildad respecto al lugar que el ser humano ocupa en la naturaleza”.
Son muchas las filosofías y las prácticas que definen lo espiritual como todo aquello que nos otorga un sentido de trascendencia para la vida. En esa perspectiva, lo espiritual tiene que ver con la práctica de la virtud, con el propósito de alcanzar un estado de libertad o de liberación o, en todo caso, de mayor evolución.
Ser espiritual por fuera de la religión
No es necesario creer en Dios para ser espiritual. Hay quienes no se conforman simplemente con ser buenas personas o buenos ciudadanos, sino que quieren ir más allá. Desean que su vida se convierta en un reflejo de las grandes virtudes humanas o de los grandes propósitos de la humanidad.
Esto, por supuesto, involucra el mundo de lo psicológico, pero va más allá de él. El ámbito de lo espiritual es lo que podríamos llamar la esfera de lo ético. Ojo, no de lo moral, sino de lo ético. La espiritualidad no busca cumplir mandatos sociales o morales, sino llevar los valores a su máxima expresión.
Muchos de quienes exaltan la espiritualidad en sus vidas hablan de “un poder superior”, pero no necesariamente lo entienden como un ser específico. Ese poder superior eventualmente es la naturaleza misma, la libertad, el entendimiento, la humanidad y un sinnúmero de conceptos elevados.
La importancia de la espiritualidad
La espiritualidad va más allá de una búsqueda del bienestar psicológico. No se trata de un método, o de un camino para superar la depresión, la ansiedad y todos esos problemas que tanto aquejan la mente de muchas personas hoy en día. Sin embargo, uno de los resultados de la espiritualidad sí es un estado psicológico de mayor equilibrio.
Lo espiritual tiene un papel importante en, por ejemplo, la rehabilitación de personas adictas. Quienes viven presos de este tipo de problemas tienden a sufrir un proceso de decadencia en sus valores, en su ética. Pueden llegar a un punto en el que son capaces de cualquier cosa con tal de obtener la droga. Por eso, buena parte de su rehabilitación consiste en volver a otorgar valor a las grandes virtudes humanas.
La espiritualidad tiene un enorme poder: otorga fuerza para alcanzar logros o metas. Es mucho más que fuerza de voluntad. Se basa más bien en la convicción y en el deseo de superar niveles y de alcanzar mayor trascendencia.
Muchos de los grandes hombres y mujeres de la historia han encontrado en lo espiritual la fuerza para realizar verdaderas hazañas. Es tan fuerte su adhesión a ciertos principios, que son capaces de vencer grandes obstáculos para alcanzar objetivos que consideran trascendentes.
Lo espiritual en la vida cotidiana
Para establecer una conexión genuina con aquellos valores en los que realmente crees no tienes que apuntarte a un curso de yoga, ni pedir una audiencia con el Dalai Lama. Tampoco tu propósito debe ser el de cambiar a la humanidad o ser un modelo de bondad. Lo único que tienes que hacer, en principio, es escuchar tu voz interior.
De lo que se trata, finalmente, es de propiciar un despertar a la conciencia de ti mismo y de tu lugar en el mundo. Más allá de ser padre o madre, eres un educador de un nuevo ser. Además de ser un trabajador, eres una pieza en el progreso de una comunidad, de un país, de un planeta. Y más allá de ser un ciudadano, eres parte de una historia en la que las consecuencias del mañana son fruto de tus acciones de hoy.
Ser espiritual es una forma de ver, pero se traduce en una forma de ser. Abrir los ojos para verte y ver al mundo que te rodea es algo que te otorga una fuerza inusitada. No se logra de la noche a la mañana, sino que es fruto de largas cavilaciones y de hondas confrontaciones contigo mismo. Pero también es, sin duda, el camino más seguro para otorgarle un sentido real y profundo a tu paso por este planeta.