Los cuatro acuerdos es un ensayo de la soteriología tolteca escrito por el doctor mexicano Miguel Ruiz que, según él mismo, está basado en la sabiduría de los antiguos toltecas.
Relata la cosmovisión
que debería tener un ser humano para estar en equilibrio personal,
emocional, mental y social; incorporando un sencillo procedimiento para
eliminar creencias heredadas que limitan al ser humano.
Para la milenaria cultura tolteca (México) la "realidad" que asumimos
socialmente no es más que un sueño colectivo, el sueño del planeta.
Desde el momento mismo de nacer, interpretamos la realidad mediante
acuerdos, y así, acordamos con el mundo adulto lo que es una mesa y lo
que es un vestido, pero también lo que "está bien" y lo que "está mal", e
incluso quiénes somos o cuál es nuestro lugar en el mundo (en la
familia, en clase, en el trabajo). A este proceso el escritor mexicano
de origen tolteca Miguel Ruiz lo denomina domesticación.
"La
domesticación es tan poderosa que, en un determinado momento de nuestra
vida ya no necesitamos que nadie nos domestique. No necesitamos que mamá
o papá, la escuela o la iglesia nos domestiquen. Estamos tan bien
entrenados que somos nuestro propio domador. Somos un animal
autodomesticado"
Para lograr entenderse a sí mismo y entender a los demás, para lograr
ser felices sin ninguna influencia externa, entender que todo lo que
necesitamos para lograrlo está dentro de nosotros mismos. Se debe, en
primer lugar, entender que todos los humanos tienen un complejo sistema de creencias (cosmovisión) o paradigma,
adquirido por influencia social, familiar, educacional, y que con
frecuencia dichas creencias adquiridas los perturban mental y
emocionalmente, creando infelicidad; en segundo lugar, aprender que se
puede modificar el sistema de creencias para conseguir el anhelado equilibrio interior que lleva a la felicidad.
Para lograrlo, La filosofía tolteca nos propone cuatro acuerdos básicos:
1. SÉ IMPECABLE CON TUS PALABRAS
Cuando eras
pequeño ¿qué te decían que eras? Tonta, lista, fea, guapa, gorda,
delgada, que no podías, que no servías, que lucharas siempre, que jamás
te rindieras, que tenías que ser perfecta para triunfar, que o pisas o
te pisan, que más vale bueno conocido que malo por conocer…
De todo eso, ¿qué te creíste? ¿Qué tomaste como Acuerdo, como realidad y sigues arrastrándolo?
Cuando
te hablas, ¿cómo lo haces y desde dónde? Te dices cosas bonitas, te
machacas, te disfrazas de salvadora, de agresora, eres como un sargento
contigo, no te dejas respirar, no te permites llorar porque es de
“débiles”, siempre tienes un “pero” en la boca…
Date cuenta de tus voces y no te creas nada de lo que te dices porque esos pensamientos no eres Tú.
Sé consciente de las palabras que le sueltas a los demás (que son hacia ti…) porque tampoco lo son Ellos.
2. NO TE TOMES NADA PERSONALMENTE
Nada de lo que te dijeron que eras, nada de lo que te dices que eres, lo Es.
Tú no eres una etiqueta, un personaje, un nombre, un apellido, un sexo, una profesión, una cualidad.
Cuando miras a un árbol, ¿qué ves? ¿El Árbol o “una planta perenne, de tallo leñoso, que se ramifica a cierta altura del suelo”?
Cuando
te miras en el espejo, ¿a quién ves? ¿A Emma, enfermera, 36 años, yang,
exigente, empática, de ojos verdes o a quien” hay “detrás de” esa
descripción?
Todo lo que te molesta es algo a desCreer, a soltar, a
sanar. El “otro” no te daña, eres tú el que tiene la herida dentro.
Límpiala y dejará de sangrar.
Si no te identificas con el personaje que te has creado/creído no habrá nada que “tomar”.
3. NO HAGAS SUPOSICIONES
Nadie puede saber lo que ocurrirá mañana ni en una hora ni en un segundo.
La
videncia no existe (la eVidencia sí) porque estamos eligiendo
continuamente nuestro “futuro” de entre las infinitas posibilidades que
existen. Puedes suponer, por estadística, por lógica, por normalidad,
pero la realidad es que sólo ES este momento el que está pasando Aquí y
Ahora. Todo lo que ocurra después es consecuencia de lo hagas en este
instante.
¿Me puedes asegurar que mañana vas a estar vivo? ¿Y que
si dejas de respirar te mueres? ¿Que si lanzas un objeto al aire bajará
de nuevo? Honestamente, No. Supuestamente, Sí.
¿Sabes la energía que gastamos en montarnos esas películas tan falsas?
No
somos lo que éramos ayer ni lo que seremos mañana, así que no juzgues,
no te juzgues porque no tienes ni idea ni de quién eres ni de quién es
al que estás criticando, por mucho que te lo creas…
Presente, presencia, consciencia.
4. HAZ SIEMPRE LO MÁXIMO QUE PUEDAS
La cuestión es, ¿cuánto te crees que puedes hacer?
Si
lo dejas en la Mente y no actúas, te puedes pasar toda la vida
sufriendo, luchando contra la vida, contra Ti. El papel de víctima lo
tienes tan aCuerdado, tan arraigado que acabas creyéndote que eres una
superheroína porque has “aguantado” todo eso y aún puedes con mucho más,
cuando si hubieras dado un paso hacia adelante, esa flecha que te
estaba ahogando y en la que libremente has decidido permanecer sintiendo
todo ese dolor, se hubiera roto en dos segundos y, con ella, todo tu
padecimiento.
¿Y sabes qué pasaría entonces? Que ya no tendrías
ninguna excusa para ser una Infeliz. Y a esto es a lo que no se atreve
la mayoría. Prefieren quedarse en el pozo, en su zona de “confort”, que
salir de él y empezar a descubrirse… ¿Eres de ésas? ¿Quieres seguir
siéndolo? Libre albedrío.
No hay que nadar ni contracorriente ni a
favor. Hay que flotar en el río y dejarse llevar por él, como si de una
hoja te trataras.
Hacer o no hacer. Ser o no ser. Ésa es tu cuestión y de nadie más.