Desesperado, acudió a un Sabio.El Sabio, tras escuchar su sincera pesadumbre, le dijo: 
- La forma en que puedes revertir esta situación es muy sencilla. Cámbiale el nombre de la posada.
- ¡Imposible! - dijo el posadero. ¡Se ha llamado "La Estrella de Plata" durante generaciones, y así la conoce todo el país! 
El Sabio siguió diciendo. 
- A partir de ahora debes llamarla "Las Cinco Campanas"  
- ¿Las cinco campanas? –preguntó sorprendido el dueño. ¿Qué clase de nombre es ese? 
Finalmente, el Sabio pronunció con naturalidad: 
-  Debes además colgar seis campanas en la entrada. 
- ¿Seis campanas? ¡Eso es absurdo! ¿Para qué va a servir? 
El Sabio no dijo nada más. 
Eran tan pobres y débiles las esperanzas que tenía, que el posadero decidió hacer exactamente lo pedido por el sabio. 
Y esto fue lo que sucedió. 
No había ningún viajero 
que, al pasar por delante de la posada, resistiera la tentación de hacer
 notar el terrible error que el dueño de la posada había cometido. 
¡Llamar a un lugar “Las Cinco Campanas” y colgar seis en la entrada! Era
 una garrafal equivocación que no podía pasarse por alto.
Una vez que el viajero 
ingresaba al lugar, quedaba tan impresionado por la cordialidad, calidez
 y esmerado servicio que decidía alojarse en la posada.   
Y así fue como con el 
tiempo, el dueño consiguió pagar todas sus deudas y ahorrar una pequeña 
fortuna recordando siempre que no hay nada que le brinde tanto placer al
 ego como corregir los errores de los demás. 
Fuente: Cuento extraido del libro "La Oración De La Rana" de Anthony De Mello.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
