Debajo de tu piel vive tu alma. A ratos escondida entre las dudas y secuestrada por los miedos y otras veces valiente, mostrando las heridas que ha sufrido a lo largo del tiempo. Sin embargo, solo aquellos que se acercan lo suficiente pueden llegar a conocer la verdad que se esconde tras esa piel de cordero.
Aunque pueda parecer que ese escudo que protege tu alma es fino y débil, es más duro y opaco de lo que imaginas. Muta desde el perfecto disfraz de cándida inocencia y confiere la protección más potente ante las amenazas que llegan desde el exterior de nuestro cuerpo.
Pero, claro, aún sientes el miedo del recuerdo de aquellos que, como lobos, se acercaron a tu cuerpo para poseerlo sin querer conocer tu verdadera alma, tu personalidad. Porque no hay mayor enemigo que aquel que se vende con el disfraz de algo que no es y que solo piensa en su propio interés.
Para conocerte de verdad hay que mirar más allá de la imagen
Para conocerte de verdad hay que mirar más allá de la imagen que proyectas, porque muchas veces no es más que una dura coraza que esconde lo que realmente piensas. Muchas veces es el resultado del miedo a que vuelvan a hacerte daño como ocurrió en el pasado, a ver tus ilusiones pisoteadas en el suelo.
Porque mostrarte a pecho descubierto, sin secretos, te hace vulnerable y eso es lo que tratas de evitar a toda costa. El miedo al dolor por amor es más poderoso que el valor a mostrarte tal y como eres. Y aunque pierdes una parte de ti misma cada vez que te escondes, sabes que protegerte es la mejor opción. Así lo has interiorizado.
Quizás el tiempo ayude a que pierdas esos miedos que te acechan. Quizás el mundo cambie y las mujeres dejen de ser trofeos de caza para lobos hambrientos de conquistas. Puede que para entonces, la piel sea solo piel, espacio de caricias, no escudo ante las cosas malas de la vida.
Para amarte de verdad hay que llegar a tu alma
Para amarte de verdad hay que llegar a tu alma, hay que conocer todos y cada uno de los rincones que escondes en los pliegues de tu piel y que conectan con los miedos de las historias que has vivido. Porque no eres solo un cuerpo bonito, eres un lienzo pintado de historias, lleno de palabras y construido al abrigo de abrazos llenos de amor y moldeado por los golpes de la sinrazón. No solo son las cicatrices las que te hacen singular, por mucho que tiembles cuando pasas los dedos por sus relieves.
Puede que tus miedos alejen a aquellos que llegan a tu vida con buenas intenciones, pero hay que tener en cuenta que la paciencia solo da frutos a aquellos que realmente la poseen. Al final el tiempo siempre deja caer las máscaras de los que se disfrazan y te acerca a los que con la mirada, los actos y las palabras, realmente te abrazan.
Y en ese instante, ante esas personas, desaparecerán tus miedos y tu piel se volverá transparente mostrando un fiel reflejo de la persona que eres. Porque no hay que esconderse siempre, solo encontrar un lugar en el que mostrarte; ese lugar y esas personas no te harán daño, te harán más fuerte.
Lorena Vara González