Hasta hace alrededor de medio siglo, se consideraba que las personas eran inteligentes en base a la rapidez con la que resolvían problemas lógicos y analíticos. Sin embargo, en 1964 Michael Beldoch introdujo por primera vez otra perspectiva sobre la inteligencia basada en la sensibilidad y comunicación emocional: la inteligencia emocional.
Desde la aparición de este concepto, el tema ha avanzado de forma notable y ha tomado gran relevancia, principalmente en el ámbito psicológico, aunque bien es cierto que se aplica en otros muchos. Ahora bien, ¿qué es la inteligencia emocional exactamente?
La inteligencia emocional es la capacidad para gestionar el mundo emocional, tanto en relación a nosotros mismos como a los demás. Por lo tanto, comienza con la conciencia de uno mismo y a su vez, con la conciencia social y supone entender que muchos de nuestros comportamientos y decisiones se basan en aspectos emocionales.
Además, la inteligencia emocional puede aprenderse si se cuenta con las herramientas adecuadas. En este artículo encontrarás dos ejercicios para desarrollar la inteligencia emocional. ¿Preparado?
¿Qué beneficios tiene gestionar las emociones?
Las emociones juegan un papel fundamental en nuestra vida: son responsables de muchas de nuestras decisiones y sobre todo, de cómo nos encontramos. Aunque seamos animales racionales, las emociones pueden llegar a determinar gran parte de nuestros comportamientos y actitudes.
Además, las emociones nos ayudan a continuar vivos. Son responsables del buen funcionamiento de las relaciones interpersonales, debido a lo cual aseguramos nuestra supervivencia. La inteligencia emocional es una herramienta que nos permite organizarnos en grupos y que fomenta el correcto funcionamiento de estructuras sociales.
Ahora bien, no siempre podemos o sabemos gestionarlas, sobre todo si se relacionan con episodios o situaciones difíciles como la pérdida de un ser querido. No obstante, las personas con altos niveles de inteligencia emocional serán capaces de aceptar y tratar las emociones negativas de mejor forma. Ser conscientes de nuestras emociones y responsabilizarnos de ellas son habilidades fundamentales para nuestra bienestar.
Por esta razón es importante educar en emociones desde la infancia. De esta forma, será más fácil adquirir destrezas para manejar los diferentes estados emocionales que podamos experimentar, reducir aquellos que nos generen malestar y aumentar el abanico de emociones positivas.
Además, entender la naturaleza de las emociones nos ayudará, por un lado, a entendernos a nosotros mismos y a aceptar con mayor tranquilidad lo que sentimos. Por otro lado, nos ayudará a identificar esas emociones en los demás, mejorando los vínculos con ellos.
Ejercicios para desarrollar la inteligencia emocional
En ocasiones, las emociones pueden interferir en el día a día, en el trabajo o en las relaciones con los demás. Por ello, conocer algunos ejercicios para desarrollar la inteligencia emocional pueden servirnos de gran ayuda. A continuación encontrarás dos ejercicios muy eficaces para ello.
1. Ejercicio de autocontrol
Ocultar o dejarnos llevar por las emociones no son comportamientos muy recomendables, ya que nos pueden llevar a reacciones exageradas o incluso a profundos estados de malestar por todo lo que cargamos y no liberamos. Para que esto no suceda, debemos ejercitar nuestro autocontrol.
Lo primero que deberíamos hacer es identificar la emoción que estamos experimentando, para así saber cómo proceder. En el caso del enfado, por ejemplo, debemos identificar cuanto antes por qué nos sentimos así. ¿Estamos enfadados con la otra persona por lo que ha hecho? ¿O, por el contrario, nuestros sentimientos se deben a que no tenemos un buen día?
Encontrar el por qué de nuestras emociones normalmente ayudará a cambiarlas. Además, es importante reflexionar sobre para qué sentimos esa emoción. A menudo, la respuesta a esta pregunta nos revelará su función o la necesidad escondida que nos ha llevado hasta ahí.
El siguiente paso sería aceptar esa emoción, en lugar de rechazarla. Es decir, profundizar en ella para saber qué más puede decirnos sobre nosotros. Ahora bien, si es muy intensa podemos alejarnos de aquello que creamos que nos la está provocando o al menos, incentivando que vaya a más. Luego, poco a poco podemos realizar algún ejercicio de respiración, relajación o meditación para calmarnos y provocar que baje su intensidad.
En cualquier caso, este ejercicio de autocontrol nos ayudará a hacer un alto en el camino para reflexionar y esto siempre hará que la intensidad emocional disminuya.
2. Ejercicio para potenciar las emociones positivas
Las emociones positivas determinan nuestro bienestar emocional. Una persona motivada, optimista y entusiasta tendrá un progreso superior al de alguien con sentimientos de desánimo, desilusión y apatía. Por eso, es muy importante que desterremos de nuestra vida aquellos pensamientos que provoquen que nos sintamos mal de forma continua.
Para ello, podemos realizar un registro de nuestras emociones positivas y agregar más a la lista. Luego, escribamos al lado qué actividades, situaciones o personas pueden estar asociadas a cada una de esas emociones o bien, leer la lista al final del día y anotar al lado cuando sentimos esas emociones.
Otro ejercicio para desarrollar la inteligencia emocional puede ser identificar las emociones positivas que queramos aumentar y pensar en diferentes circunstancias que puedan generarlas. De esta forma, podremos contagiarnos de esas sensaciones. O simplemente podemos pensar sobre esos pequeños detalles que día a día nos rodean y que nos hacen un poco más felices.
Como vemos, la inteligencia emocional es un pilar fundamental en nuestras vidas que podemos desarrollar si nos lo proponemos. A pesar de que lograrlo sea un proceso complejo y necesitemos darnos tiempo para apreciar los efectos de los ejercicios para desarrollar la inteligencia emocional, cuando antes comencemos, más rápido progresaremos.
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