El Subconsciente

3 de diciembre de 2016

El subconsciente es esa parte de nosotros que almacena toda la información que hemos ido recibiendo des de que somos niños. Si hacemos paralelismo con el mundo informático, podríamos decir que el subconsciente es nuestro disco duro. Las palabras de nuestros padres, abuelos, amigos, profesores todo queda grabado.

Estos mensajes, de acuerdo a su forma y contenido, fueron formando en el subconsciente los programas a los que respondemos ya de adultos y con los que funcionamos diariamente.

El registro de todas nuestras vivencias está marcado como señales de todas las cosas que haremos, de la forma en que percibiremos los sucesos ya de adultos, de las cosas que merecemos, de la calidad de vida que tendremos, de nuestros alcances personales; ahí están anotados los permisos que nos damos para ser felices y prósperos.

Diariamente, aunque no lo percibimos conscientemente, los estamos escuchando. Son las voces inaudibles que nos empujan a hacer o no todas las cosas que hacemos o dejamos de hacer, a sentir lo que sentimos, a ver las cosas como las vemos; ahí está marcada la forma en que percibimos las cosas y sucesos. Ya de adultos y por desconocimiento hemos ido reforzando esas grabaciones haciéndolas más fuertes.

El subconsciente forma un todo con nuestro consciente, pero este último representa apenas un 5% del total. El subconsciente no lo alcanzamos a percibir porque está escondido. Es como un iceberg, lo que se percibe desde un barco es sólo una pequeña parte, lo más grande está bajo el mar pero sostiene y da fuerza a lo que se alcanza a ver.

Conscientemente queremos ciertas cosas, hasta nos preparamos y nos esforzamos al límite por obtenerlas, pero no las conseguimos. ¿Qué pasó? Como no entendemos nos llenamos de resentimiento; le echamos la culpa a la vida, a los demás y hasta llegamos a entenderlo como un castigo de Dios.

Nuestro subconsciente está interviniendo en todo. Lo que traemos grabado en él es una fuerza determinante en nuestra vida; si nuestros programas internos son de desprecio, minusvalía, desmerecimiento, culpa, miedo, vergüenza, etc., es difícil que nuestros resultados sean de riqueza, paz, salud, felicidad o amor; cuando esto sucede existe un desacuerdo entre nuestro consciente y nuestro subconsciente, pero la fuerza mayor la tiene el subconsciente.

Cuando de niños nos grabaron cosas positivas de nosotros, nos dieron cariño, afecto y reconocimientos, nuestro subconsciente nos mueve al éxito porque estimularon y alimentaron nuestra autoestima.

También están grabadas en el subconsciente nuestras creencias, lo que pensamos de las cosas, de las personas, de las mismas experiencias que hemos tenido; lo que pensamos de nosotros mismos, de lo que somos capaces y de las cosas que merecemos.

Esto último determina, la mayoría de las veces, nuestros resultados ya de adultos, tanto académicos como de pareja, sociales y económicos, etc. Ello influye fuertemente en nuestro nivel de seguridad personal, en nuestros miedos y las culpas que cargamos.

Si tomamos conciencia de las cosas que nos ocurrieron de niños y las circunstancias en las que se presentaron, podemos llegar a entenderlas y librarnos de sus impactos negativos; lo único que tenemos que hacer es perdonar el pasado, a nuestros padres y a nosotros mismos e iniciar una autoterapia que nos lleve a entender lo que valemos y las cosas a las que tenemos derecho.

Como el caso del disco duro de las computadoras el subconsciente se puede reprogramar, podemos formatear nuestro disco duro personal y meterle programas nuevos y convenientes. Esto se puede lograr porque nuestro subconsciente acepta todo lo que le decimos, y crea las cosas en concordancia con nuestras creencias. Siempre dice ” sí”, no sabe distinguir entre lo verdadero y lo falso, o entre lo correcto y lo incorrecto.
 
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