En
muchas ocasiones, por desconocimiento, nos convertimos en nuestro peor
enemigo. Creemos que estamos haciendo algo bueno por nosotros cuando en
realidad estamos poniendo en riesgo nuestra propia autoestima y con ello
nuestra felicidad. En este post te contamos los peligros del pobre de
mi, de los que habitualmente no somos conscientes.
¿ Quién no ha
pasado por momentos de crisis en su vida? Momentos duros en los que todo
se tambalea, o directamente todo se nos ha venido encima.
Momentos en los que nos sentimos al borde de nuestras fuerzas, sin energía, con penas, tristezas…
Y
la vida sigue y con ellas nuestras obligaciones, y con cada esfuerzo
por poner lo mejor de nuestra parte ante las demandas del mundo exterior
vamos sintiéndonos más agotados.
Y en nuestros ratos a solas, o acompañados de personas de nuestra confianza, nos sentimos presos del pobre de mí…
Nos vamos consumiendo, y posiblemente, motivos no nos falten.
Vamos perdiendo brillo, tanto que ni nos reconocemos cuando nos miramos al espejo.
Nos
lloramos, lloramos la horrible situación por la que estamos pasando,
sentimos pena por nosotros mismos, como no, cualquiera sentiría pena si
pudiera ver como nos sentimos…
Suele darse que en esos momentos
críticos las cosas vienen peor que nunca, parece que se pusieran de
acuerdo para terminar de conformar un momento que ya no puede ser
peor…empiezan a rompersenos cosas, se nos bloquean proyectos…
Podríamos recurrir al refranero español y asegurar contundentemente ” A perro flaco, todo son pulgas”
Y por ahí van los tiros precisamente…
Nos
hemos quedado sin defensas, nuestra energía y nuestra vibración han
bajado de tal manera que sólo atraemos aquello que proyectamos.
Nuestro
sistema inmunológico físico se resiente por lo que lo más probable es
que cualquier bichito se aproveche de nuestra debilidad para
alimentarse.
Nuestro campo energético se rompe, produciéndose
fugas de energía y dejando que se cuelen por él las malas energías de
los sitios que frecuentamos, es por ello que salimos de los sitios donde
hay mucha gente todavía más débiles de lo que entramos.
Las
personas se alejan de nosotros porque de modo inconsciente detectan que
nos hemos convertido en ladrones de energía además de que no somos
precisamente muy buena compañía en esos momentos.
Todos estos
factores no llevan de nuevo al pobre de mí, vibramos en miedo, en pena, y
todo se convierte en un horrible círculo vicioso del que es
tremendamente duro salir.
La salida está justo en la dirección contraria…
Hay que romper ese círculo, y solo podemos hacerlo nosotros mismos.
Hay que mirarse a los ojos frente al espejo con Amor, pero con dureza.
Hay que plantarle cara a la adversidad. Gritarle fuerte:
"HASTA AQUÍ"
Confiar
en nuestro poder interior, por muy debilitado que se encuentre y
negarnos a seguir alimentando todo aquello que no somos, desde las
simples bacterias de un resfriado común, a energías densas y
parasitarias.
Fortalecernos. En todos los niveles.
Empezar
por el básico, alimentarnos en condiciones, fortalecer nuestras
defensas, comer lo más sano posible dejando de lado la alimentación
basura que suele acompañar a estas épocas de bajón.
Beber mucha
agua con la conciencia puesta en limpiarnos, en eliminar toda impureza
para que nuestro cuerpo recupere cuanto antes la salud perdida.
Oxigenarnos
y restablecer nuestro equilibrio energético, salir a la naturaleza,
evitar los sitios con mucha gente o mucho estrés…
Movernos, caminar, abandonar el estancamiento.
Aprovechar
esos tiempos para redescubrirnos, para darnos el permiso de conectar
con lo que verdaderamente necesitamos en la vida.
Las crisis no
suelen llegar porque sí, suele ser una acumulación de cosas que no hemos
querido ver mientras nos íbamos debilitando al no escuchar las señales
sutiles que nuestro propio ser nos iba enviando.
Observarnos, escuchar la voz de nuestra alma, y comprometernos con el cambio.
Quizá
aun no estemos lo suficientemente fuertes para enfrentarnos a él pero
si para comprometernos con recuperar el control de nuestra vida, paso a
paso, primero sanando y después colocando las piezas donde haya que
colocarlas.
Limpiar profundamente nuestro hogar, para que sea eso,
un hogar donde recuperarnos y no el caos que refleja nuestro propio
caos interior.
Y subir nuestra vibración, o sea vibrar en Amor.
Para ello hay que elegir muy bien las “cosas” que consumimos.
Dejar
de ver los informativos. Es casi imposible no bajar la vibración cuando
los vemos. La pena, la rabia, la empatía por la de barbaridades que se
muestran ante nuestros ojos…
Cualquier película que nos lleve al miedo, a la ansiedad, a la tristeza… también nos hace bajar de vibración.
Canciones tristes, conversaciones en las que exista la crítica, el juicio…
Es
un buen momento para leer historias de motivación, o filosofía o ver
comedias… Cada uno puede notar cómo influyen en su nivel vibracional
unas cosas u otras.
Si estamos decididos a abandonar el pobre de mí, a cambiarlo por el ”Ole por mi” debemos poner como prioridad nuestra sanación.
Y
saldremos, y dificilmente volveremos a caer tan bajo, y las
circunstancias cambiaran conforme el cambio se produzca en nosotros…
Habremos recuperado nuestro poder, y estaremos mucho más cerca de SER lo que realmente somos.