Reflexión: Servir A Los Demás

1 de septiembre de 2015

A veces, somos muy egoístas, solo queremos lo mejor para nosotros, por nuestro bien, sin mirar a la gente que tenemos a nuestro lado, pero un pequeño gesto, puede cambiar tu vida y la de otras personas, en la humildad y la generosidad pienso que están muchas de las claves para ser feliz y para sentirse pleno con nosotros mismos. Ser generoso con la gente que te rodea en esta vida es la satisfacción más grande que se puede tener, el ver feliz a las personas no tiene precio.
Esta breve reflexión de incluida en el libro "El Camino De La Espiritualidad" de Jorge Bucay lo deja bien claro, un pequeño gesto sea el que sea, puede ayudar a los demás a tener una vida más placentera.
Hay que ayudar a los demás incondicionalmente, sin pedir nada a cambio, el universo se encargará de enviarte todo lo que des y con creces.
Un mecánico industrial es contratado en Latinoamérica por una empresa de automóviles alemana que lo lleva a formarse a la casa central de la compañía.

Alrededor de la fábrica existe un gran aparcamiento con plazas suficientes para que todos los trabajadores puedan llegar a la planta con su propio automóvil.

Durante las dos primeras semanas, ya que el extranjero no tenía vehículo, el gerente del área de motores pasaba por su casa a recogerlo y lo llevaba a la fábrica. Al final de la jornada, lo llevaba de regreso a su casa.

Quizá por un exceso de celo en el trabajo, el gerente siempre llegaba a la planta bastante antes de que sonara la sirena del inicio de la jornada.

Todas la mañanas encontraban el estacionamiento casi vacío, pero el gerente dejaba siempre su coche al fondo, bastante lejos de la entrada del personal. Un día el operario le dijo al gerente:

—Si llegamos temprano, casi antes que nadie, y el estacionamiento está vacío, no entiendo por qué dejas el coche tan lejos de la puerta de entrada a la planta de producción.

El gerente le contesta:

—Esto es algo que me enseñó mi primer jefe al poco tiempo de entrar en la fábrica. Los que llegamos temprano tenemos tiempo de sobra para caminar un poco, pero los que llegan más tarde tienen prisa: necesitan más que nosotros encontrar aparcamiento cerca de la puerta porque solo así llegarán a su hora al trabajo. 



 
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