El despertar es un cambio de consciencia en el que se separa el pensamiento y la consciencia. Para
la mayoría de las personas, no es un acontecimiento, sino un proceso
que experimentan y que se va integrando y fluyendo de manera paulatina
en su vida, en todo lo que hacen.
En lugar de estar perdido en tus pensamientos, cuando estás despierto te reconoces como la consciencia que hay detrás de ellos (ya no te identificas en ellos).
Entonces, pensar deja de ser una actividad autónoma al servicio de sí
misma, que toma posesión de ti y dirige tu vida, ya que ahora la
consciencia se hace cargo del pensamiento. En lugar de controlar nuestra
vida, el pensamiento se convierte ahora en el servidor de la
consciencia. Otra palabra para la consciencia es Presencia, ya que se trata del poder oculto que poseemos al sabernos en el presente.
La iniciación del proceso de despertar es un acto de gracia. No puedes hacer que ocurra.
No hay una secuencia clara de pasos que conduzcan a ello (aunque a la
mente que te controla le encantaría eso… dominar esa secuencia también)
No tienes que hacerte digno previamente
tampoco, le puede llegar al pecador antes que al santo (por eso Jesús se
relacionaba con todo tipo de gente, y no solo con las respetables
socialmente).
No hay nada que puedas hacer para despertar, todo lo que hagas serán esfuerzos de tu mente, de tu Ego,
para controlar o querer controlar también ese estado de tu vida, que
por definición se trata de un estado no controlado por nuestra mente.
El primer despertar o relámpago de consciencia sin pensamiento,
ocurre por gracia, sin hacer nada por tu parte. Si este texto te
resulta incomprensible o te parece que carece de sentido es porque aún
no ha ocurrido, pero si algo de ti responde a él, entonces es porque el
proceso de despertar ha comenzado. Una vez que se empieza no se puede
dar marcha atrás, aunque el Ego lo puede retrasar.
Despertar es tomar consciencia también
del Ego que llevamos dentro cada vez que este luche por volver a tomar
el control y oscurecer la consciencia de la mente, ya que de pronto ha
aparecido una consciencia que es consciente del pensamiento pero no forma parte de él. Consciencia y Ego son incompatibles.
Con la consciencia, viene el dejar de identificarse con los pensamientos, emociones y reacciones.
Esto no se debe confundir con la negación. Se toma consciencia de los
pensamientos, emociones y reacciones, y en el momento en que se toma
consciencia desaparece automáticamente la identificación. Entonces tu
sentido del yo, de quién eres, experimenta un cambio, Antes, tú eras los
pensamientos, emociones, y reacciones; ahora, eres la consciencia, la Presencia consciente que contempla esos estados.
El Ego no sabe que la mente y las
posturas mentales no tienen nada que ver con quién eres, porque el ego
es la mente misma no observada.
Toda tu historia personal, que en último
término no es más que un cuento, un conjunto de pensamientos y
emociones, adquiere una importancia secundaria y deja de ocupar el
primer plano de tu consciencia. YA no constituye la base de tu sentido
de identidad.
Cuando has tenido un atisbo de
Consciencia o Presencia, lo sabes de primera mano. Ya no es un concepto
que hay en tu mente. Puedes entonces tomar la decisión consciente de
estar presente en lugar de abandonarte al pensamiento cíclico,
desgastante e inútil.
Si haces de esto tu práctica, las personas a tu alrededor no podrán seguir a tu lado y continuar siendo inconscientes.
(*) EGO: A medida que
uno crece se va formando una imagen mental de sí mismo, basada en su
condicionamiento personal y cultural. A este “yo” fantasma lo llamamos
ego. El Ego es tu actividad mental y sólo puede funcionar mediante el
pensamiento constante. El término ego tiene distinto significado según
se trate de una persona u otra, pero cuando se usa aquí se refiere al falso yo, creado por una identificación consciente de la mente.
Para el Ego el momento presente apenas existe. Sólo considera
importantes el pasado y el futuro. Siempre está intentando de mantener
el pasado vivo y proyectarse hacia el futuro.